San Lorenzo se llevó un punto de San Juan
El empate no cambia casi nada. Fue sin goles porque fue casi sin llegadas. Quedaron parados en el mismo lugar: San Martín de San Juan, en la ardua lucha de la permanencia. Con un detalle que lo incomoda: si hoy Independiente le gana a Newell\\'s lo pasará en la tabla de los promedios y lo dejará en la zona de descenso al menos por una semana. Para San Lorenzo, desde lo numérico, le sirve más: parece más sólido que sus rivales directos y le lleva 11 a Independiente. Pero, claro, su deseo de volver a volar, de estar a la altura de su condición de grande, no quedó satisfecho en este viaje.
Había expectativa grande en la antesala. De los dos lados. En San Lorenzo, por el buen final del Inicial (cuatro victorias y dos empates) y por las mejorías ofrecidas en términos del juego. También por la recuperación de Ignacio Piatti, la eterna promesa presa de las lesiones. En el equipo cuyano, el entusiasmo tenía que ver con los refuerzos. Se movieron muy bien los dirigentes: cumplieron con la prioridad del técnico Gabriel Perrone de reforzar la defensa (llegaron Santiago Hoyos y Damián Ledesma), regresó Facundo Affranchino y contrató al gran tapado de este mercado de pases de verano: Luis Bolaños. Sí, el enganche ecuatoriano que se mostró al mundo con la camiseta de Liga de Quito. Llegó el jueves y lo esperan para que juegue en la próxima fecha. A simple vista, buenos antídotos contra los fantasmas del promedio escaso.
Pero al momento de demostrar, la ilusión tropezó con la realidad: jugaron poco, llegaron casi nada, aburrieron bastante. El clima -curiosamente- sirvió de anuncio para lo que sucedería: media hora antes del inicio, una fuerte tormenta con pretensiones de ciclón apareció desde el cielo de San Juan. Truenos, lluvia, viento. Parecía llevarse todo por delante. Al momento del partido, sólo quedó la amenaza de ese cielo oscuro, lleno de nubes. Antes, la sensación de todo. Al momento del partido, casi nada. O nada.
Fue cauteloso San Lorenzo. Desde el planteo y desde la idea. Cuatro defensores, cuatro mediocampistas, Piatti de enlace y Denis Stracqualursi como centrodelantero. La intención de buscar por afuera chocó frecuentemente contra las dificultades de los volantes externos (Julio Buffarini, por la derecha; y Luis Aguiar, por la izquierda). Priorizó el orden defensivo y eso fue al precio de perder presencia en ataque. En la libreta de anotaciones del primer tiempo quedó escrita una sola llegada de San Lorenzo: un remate de Juan Mercier que pasó al ladito del palo derecho de Luis Ardente.
San Martín no fue mucho más audaz que su visitante. Intentó -al menos en cuanto a la inversión de nombres en ofensiva- un poco más. Pero no tuvo claridad ni decisión para asumir el protagonismo. No fue casualidad: sus dos llegadas más claras estuvieron asociadas a dos infracciones (un off side y una mano en la acción ofensiva).
Hubo un rato de lluvia en el segundo tiempo. Y el fútbol -como un determinismo, como una curiosidad- también apareció: tuvo más la pelota San Lorenzo, se animó más; fue más profundo San Martín, atacó con menos inhibiciones. En la llegada más clara, a los 19 minutos de esa segunda mitad, el equipo de Juan Antonio Pizzi necesitó de un milagro y de Pablo Migliore para evitar que los sanjuaninos se adueñaran del primer grito de la noche.
Tampoco fue pura magia, claro. Ni duró un rato largo esa mejoría. Fueron espasmos, zarpazos. Atractivos, sí, pero breves. De un lado y del otro, en el contexto de un desarrollo parejo que en todo momento dejaba una sensación frecuente de estos partidos cerrados: el que hace el gol gana. Lo tuvo San Lorenzo, a los 32, con ese zurdazo de Aguiar que pegó en el travesaño. Pero no. La pelota no entró. Picó, salió afuera. Fue como una señal: no era noche de goles. También el clima ofrecía su mensaje: ya no llovía en San Juan.