Argentina recibe el 0,2% de los flujos de inversión que capta la región
Dicen que detrás de cada crisis hay una oportunidad. Tal vez ésta sea la frase más escuchada hoy en América Latina, con excepción de la Argentina.
Producto de la crisis que sufren las grandes economías desde 2008, los países emergentes acceden a créditos internacionales con el nivel de tasas más bajo de las últimas tres décadas y capturan cada vez más fondos en concepto de financiamiento externo privado.
En la Argentina sucede todo lo contrario. La vocación por contener la demanda de divisas terminó afectando a la oferta, al excluir todavía más al país del mercado de capitales a nivel internacional. Según un informe de AMF, luego de la profundización del cepo cambiario, en el segundo semestre de 2012 Argentina captó sólo el 0,2% de los flujos del exterior que la región capta en concepto de suscripción de bonos, capital accionario y préstamos financieros.
Datos del FMI explican que en todo el 2012 la inversión externa privada fue de u$s 725.000 millones, de los cuales una cuarta parte llegó a América Latina. Mientras que al país ingresó solo 1,4% de este flujo de dinero, Brasil recibió 37,8%, Chile 11,9%, Colombia 6,2% y Perú 5,5%.
Así, la inversión externa en la Argentina se desplomó un 75% respecto al 2011, cuando había logrado atraer el 5,4% del total.
Si se tiene en cuenta que la Argentina explica el 8% del PBI generado por la región, el país podría haber recibido potencialmente unos u$s 15.500 millones anuales, pero en realidad recibió apenas u$s 2.630 millones. Esto quiere decir que de haber logrado atraer montos acordes a su contribución en el PIB latinoamericano, hubieran ingresado durante 2012 inversiones de extranjeros 6 veces superiores a los valores efectivamente radicados.
En tanto, un informe de Idesa advirtió que el país desaprovecha una oportunidad histórica: la tasa de interés internacional actual es la más baja del último siglo y medio. En la última década (2000 - 2010), la tasa de interés de las letras que emite el Tesoro de Estados Unidos a 10 años fue de 4,3% promedio anual y en el año 2012 se ubicó en el 1,7% anual.
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Las consecuencias más obvias de las bajas tasas es que los inversores buscan rendimientos donde puedan encontrarlo a una tasa razonable. Dada la debilidad de las grandes economías y al crecimiento más fuerte en los mercados emergentes, el flujo de dinero en estos últimos es cada vez mayor”, explicó a El Cronista Roberto Perli, ex funcionario de la Fed y especialista en política monetaria de la consultora norteamericana ISI.
Ciertamente, ese flujo de dinero no fue dirigido al país. Para Idesa, mientras Argentina sufre severos déficits de infraestructura, en el mundo llueven las oportunidades para financiar proyectos, por ejemplo de obra pública, con préstamos de largo plazo y muy baratos. Esto se debe a las “actitudes de confrontación internacional” que profesa el país. “Se destacan la no resolución del default del año 2002, el enfrentamiento con el FMI por la distorsión de las estadísticas del INDEC y los litigios en el CIADI donde Argentina es uno de los países que más conflictos acumula”, reza el informe.
Sin acceso a los mercados, en el sector público, las necesidades de financiamiento obligan a recurrir al banco central y la consecuencia inmediata es una mayor presión sobre el tipo de cambio, explicó Daniel Marx, director Ejecutivo de la consultora Quantum. “Al recurrir al banco central se aumenta la oferta monetaria. En la medida que la demanda monetaria no la acompañe, en la mezcla total termina habiendo más retraso cambiario”, explicó.
A través del acceso al crédito, según Jorge Colina, economista jefe de Idesa, el país mejoraría la situación cambiaria, dado que entrarían dólares. “Además, el sector privado se vería beneficiado de manera indirecta en la medida en que el Estado regularice su situación ante los acreedores externos defaulteados, y todavía no resueltos a fin de poder acceder a créditos internacionales de largo plazo”.