En sólo dos años, se duplicó el riesgo de enfermarse en Argentina
En el país, la brecha en el acceso a la atención, el cuidado y la percepción de la salud física y psicológica viene creciendo en los últimos dos años. Así lo indica la nueva edición de la encuesta que realiza el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA). Asegura que desde 2011, el riesgo de enfermar casi se duplicó en la Argentina. Significa que un argentino de más de 18 años que vive en alguna zona urbana tiene hoy un 56% de probabilidades de padecer una enfermedad grave o crónica, cuando en 2011 esa chance era del 29%. Los resultados se presentarán el próximo miércoles, a las 18.30, en la sede de la UCA (www.uca.edu.ar/observatorio).
"Hay un leve incremento de la percepción de tener problemas graves o crónicos de salud en los adultos urbanos, si bien los síntomas depresivos y ansiosos no tuvieron una gran variación", afirmó la licenciada Solange Rodríguez Espínola, coordinadora del capítulo "Estado y atención de la salud, recursos psicológicos y capacidades sociales" del informe que hoy publica el diario La Nación.
La especialista destacó que si bien los adultos asisten cada vez con mayor frecuencia a una consulta médica "todavía hay un déficit en la salud preventiva (no fumar, hacer ejercicio y dormir bien). Las oscilaciones sociales y las marginalidades persisten como una deuda en el desarrollo humano, en especial en los grupos de menos recursos sociales, educativos y económicos".
La encuesta abarca entrevistas a 5.712 mayores de 18 años que habitan en villas o asentamientos precarios, barrios de clase media y barrios residenciales, en nueve ciudades, y con distintos niveles educativos, para obtener una muestra representativa de la población urbana del país. Con los resultados para los años 2010, 2011 y 2012, el equipo utilizó modelos matemáticos con alta capacidad de predicción para obtener información objetiva. Esto permitió identificar el año 2011 como "un factor que condicionaría" la percepción de la propia salud en la población, como lo definió Rodríguez Espínola, ya que en 2012 casi se duplicó la probabilidad de enfermar. "Hay variables multicausales que podrían estar incidiendo y determinando aspectos de la salud de los individuos, como las características habitacionales y residenciales, la alimentación, las condiciones del trabajo y las percepciones de seguridad, que también están asociadas con la salud emocional", señaló la investigadora.
La encuesta reveló que el 39,5% dice tener un problema de salud grave o una enfermedad crónica, como diabetes, cáncer o cardiopatías, mientras que en el bienio 2010-2011 se obtuvo la misma respuesta del 35% de los participantes. La diferencia entre esos dos períodos evaluados fue mayor en las mujeres que en los hombres, mientras que, como es lógico, con la edad creció la sensación de tener cada vez peor estado de salud. Así ocurrió en 2 de cada 10 entre los 18 y 34 años; en 4 de cada 10 adultos de entre 35 y 59, y en 7 de cada 10 mayores de 65. En los más pobres, esa percepción negativa es el doble que entre los de ingresos medios altos.
"Las mujeres, los adultos mayores, los que no tienen un secundario completo y los que pertenecen a un estrato muy bajo fueron quienes más evidenciaron problemas de salud graves o crónicos", puntualizó Rodríguez Espínola. Sólo ser mujer, por ejemplo, aumenta 75,8% el riesgo de enfermar, y ser pobre duplica esa posibilidad, mientras que quien solamente tiene estudios primarios tiene 25,7% más chance de tener una enfermedad que alguien que finalizó el secundario.
Con una escala estandarizada para evaluar la salud mental (KPDS-10), detectaron que en estos tres años dos de cada 10 adultos sienten un nivel riesgoso de ansiedad y depresión. Este malestar, que no determina si existe o no un trastorno psicológico, es tres veces más alto en los residentes de una villa o un barrio de bajos ingresos que en la población de ingresos medios altos, donde 1 de cada 10 adultos dice sentir síntomas como inquietud, desesperanza, tristeza, cansancio o nerviosismo. Vivir en el conurbano bonaerense y las ciudades del interior aumenta un 40% esos síntomas.
Y mientras que se redujo del 42,4 al 33,9% la cantidad de adultos que no hacían una consulta médica anual por prevención, control o tratamiento, creció la cantidad de mujeres y mayores de 65 años que fuman y la cantidad de adultos sedentarios (7 de cada 10 dicen que no hacen ejercicio semanalmente). La evaluación de la calidad del sueño demuestra que el 22% de los mayores de 18 siente somnolencia diurna, mientras que el 14,2% dice que no duerme bien y el 14,8% duerme menos de seis horas.