Sofía Guterman, sobre AMIA: \\"Nos sentimos solos en la lucha\\"
El 18 de julio de 1994, a las 9.53, Andrea Guterman tenía 28 años, era maestra jardinera, estaba desempleada, soñaba con tener un hijo y buscaba, aquella mañana de pleno invierno, un empleo en la bolsa de trabajo de la AMIA.
Han pasado hoy 19 años de aquella mañana, y Andrea debería tener 47 años, quizás un hijo o más de uno, y dirigir su propio jardín de infantes en el interior del país. Pero no. Aquel 18 de julio de 1994, a las 9.53 de la mañana, la sede de la AMIA ubicada en la calle Pasteur 633, en el barrio porteño de Once, donde Andrea buscaba trabajo, sufrió el mayor ataque terrorista y acto antijudío en la Argentina después de la Segunda Guerra Mundial.
Es de noche y Sofía Kaplinsky Guterman habla por teléfono con Terra, un día antes de cumplirse el 19º aniversario del atentado a la AMIA, y un día antes de volver a ser oradora en el acto central, en representación de los familiares de las víctimas, 11 años después de la última vez en que lo hizo. Sofía es la mamá de Andrea, quien resultó ser una de las 85 víctimas fatales del brutal ataque terrorista más trágico de la historia argentina.
“Son 19 años de impunidad. Lamentablemente, tenemos que seguir con el reclamo de Justicia. Para nosotros, los 365 días del año son 18 de julio de 1994”, le explica Sofía a Terra, y añade: “La causa AMIA está totalmente impune por culpa de quienes llevaron a cabo el atentado, de los encubridores y de quienes apoyaron las mentiras. Llegamos a un nuevo aniversario sin condenados y sin procesados”.
“Hace 11 años pronuncié un discurso en un acto aniversario. Este año me toca nuevamente y, para mí, es una responsabilidad y un compromiso el ser oradora en nombre de los familiares. No sólo trabajo en busca de Justicia, sino que también trabajo para sembrar semillitas de memoria. Hace 19 años que doy charlas en escuelas de todo el país, y estoy en contacto con las nuevas generaciones, para explicarles lo que pasó, porque este atentado fue un atropello para todos los argentinos”, cuenta Sofía.
“Con mi marido llegamos muy mal a este nuevo aniversario. A medida que van pasando los años, se nota mucho más la ausencia de Andrea. Cada año, se le echa sal a la herida, para que no cierre. He perdido a mi única hija, y es muy terrible el quedarse sin proyección de futuro. Se cortó, se mutiló nuestra vida en el momento en que los asesinos truncaron la vida de Andrea”, remarca Sofía.
“La relación empezó muy bien. Es el gobierno que más hizo, desde la presidencia de Néstor Kirchner, y luego, Cristina (Fernández de Kirchner), reclamando a Irán. Nos preocupa el memorándum. Lo consideramos un pacto entre la Argentina e Irán, y también nos preocupan cosas que están pasando, como que la procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó, no autorizara al fiscal de la causa, Alberto Nisman, a viajar a los Estados Unidos con el fin de dar detalles de la investigación ante el Capitolio. Nos parece que la causa AMIA está declinando, que no está con la fuerza que tenía al principio, y sería terrible que esto pasara. Está en los familiares lograr que muchas cosas se reviertan y que alguna vez podamos decir que se hizo Justicia”, explica esperanzada Sofía a Terra.
“Hubiera sido importante que la Presidenta estuviera presente (en el acto). La mayor parte de las víctimas eran argentinos, pero había también seis ciudadanos bolivianos, dos polacos y un chileno, que vinieron a la Argentina a ganarse el pan. Sería para todos los familiares un apoyo, porque nos sentimos solos en la lucha”, indica la madre de Andrea.
“En general, la gente tiende a olvidarse, porque hay que reconocer una cosa: muchísimas personas fueron sacudidas por la muerte en sus hogares, sea por la inseguridad o por otras causas. Este no es un problema ajeno, es un atentado a nuestro territorio, a nuestra sociedad. Nos tocó a todos, porque los terroristas no piden documento de identidad para matar. A mí, dentro de la tristeza, me produce satisfacción estar en contacto con las nuevas generaciones que se informan y se crean un compromiso. No les hablo de 85 víctimas. Les muestro sus fotos, les digo sus nombres, sus apellidos, sus edades, les cuento cómo eran, qué les gustaba, qué los emocionaba, y eso les hace ponerse en el lugar del otro y es, también, asumir un compromiso”, comenta Sofía, y concluye: “Mientras nos quede hilo en el carretel, vamos a seguir con esta lucha. Algún día, a lo mejor, se produzca el milagro”.