Juan Manuel Tenuta: “Yo recomiendo la profesión del actor”
El célebre actor de “Esperando La carroza” visitó la ciudad de Santa Fe con la puesta de “El alma de Papá”. En una distendida charla, habló sobre su larga trayectoria en el teatro, sobre su amistad con Neruda y sobre el inolvidable film de Doria.
_ ¿Cómo nació su pasión por el teatro?
_ Yo creo que fue por mi padre y mi madre, un hombre y una mujer de la cultura. Mi papá fue sastre del teatro Colón de Buenos Aires, era un barítono o un bajo frustrado. El vestía a los grandes cantantes de la época, y a mí en vez de cantarme canciones de cuna me regalaba versiones de Rigoletto o la Traviatta. Yo nací frente a Gualeguaychu, en Fray Bentos. En aquella ciudad había un teatro muy hermoso, al cual yo iba religiosamente con mis padres, no había espectáculo teatral al que no asistiera. Yo era una especie de payasito del pueblo. Si bien ahora Fray Bentos es una ciudad chica, antes era grande, estaba el frigorífico Anglo y había obreros de todo el mundo, rumanos, yugoslavos, rusos, era una babilonia. Y a los siete años debuté en teatro. Y me fue tan bien, que el director de la escuela me llevó en sus hombros hasta mi casa. Fueron tres o cuatro cuadras en los que los amigos de mi papá me aplaudían y yo dije aquel día: “De estos hombros no me bajo más”. Yo supe en ese momento que mi vida iba a estar signada por el teatro.
_ ¿Cuántos años vivió en Fray Bentos?
_ Viví muy pocos años. A los once años nos fuimos con mi familia a Buenos Aires. Allí estuve varios años sin hacer teatro porque no había papeles para niños. Y después vino una crisis muy grande y nos fuimos con toda mi familia a Montevideo. Después volví a Buenos Aires a los catorce años y vivía en el teatro. Yo era claque, aplaudía. Y durante aquellos años vi a los grandes actores de la época y eso fue lo que me formó. Porque yo he creado en mi larga carrera escuelas de teatro, he sido docente, pero nunca asistí a una academia dramática. Pero creo que tuve la mejor formación, vi a los grandes actores argentinos y uruguayos y con ellos aprendí muchísimo. Y en la secundaria me hice titiritero y estrenaba las obras de Javier Villafañe, de Mané Bernardo, de los grandes titiriteros de la época y recorrí toda Latinoamérica con los títeres.
_ ¿Es cierto que cuando era titiritero conoció a Pablo Neruda?
_ Sí, así es, trabajé con Pablo Neruda un año entero recorriendo todo Chile, el recitaba y yo era una especie de telonero. Recuerdo los teatro llenos, porque Neruda ya era un grande, recitaba “Machu Pichu” y todos los poemas del “Canto General”.
_ ¿Y cómo era Pablo Neruda en el rol de compañero de rutas?
_ Neruda era un ser maravilloso. Para mi era como una madre, la anteúltima mujer del poeta, Delia del Carril Anchorena, la entrañable hormiguita. Ella fue la que lo motivó a comprometerse con la política. Yo sufrí mucho la separación de Neruda con Delia del Carril, que era una mujer increíble, que murió a los ciento cuatro años, en Paris. Un dato que ella nunca supo fue que el geriátrico donde pasó sus últimos días estaba financiado por la fundación de Neruda que dirige Matilde Urrutia, la viuda del poeta. Que lindo es hablar de Delia del Carill Anchorena, una argentina para el recuerdo.
_ En algunas entrevistas que le realizaron leí que tuvo la suerte de conocer a otros poetas importantes además de Neruda como Rafael Alberti y María Teresa León.
_ Yo tuve un privilegio, si bien no tuve la suerte de haber ido a la universidad tuve la fortuna de conocer a muchos poetas, pero fue algo que yo busqué. Porque me gustaba tanto la poesía. Por ejemplo gracias a León Felipe yo me sabía de memoria los poemas de Whalt Whiteman. Y además yo fui un estudioso de la revolución española, mucho tuvo que ver Pablo Neruda. Y conocí en Buenos Aires a Rafael Alberti y a María Teresa León. Podría hablar mucho de mis poetas y de mis encuentros con estas personalidades que me fueron formando. Yo estoy muy orgulloso de haber tenido estas amistades ilustres.
_ Y hablando de amigos, en Santa Fe también tiene amistades ilustres.
_ Sí, soy muy amigo de los Catania, estuve con ellos en Costa Rica. Lástima que me quedo sólo unas horas en la ciudad, porque también soy amigo de Cocho Paoloantonio, de Paco Hasse, de muchos santafesinos, que fueron los responsables del gran teatro santafesino. Ustedes han tenido épocas de oro del teatro, a nivel mundial, porque el grupo de los Catania tuvieron repercusiones en muchos países.
_ Se lo nota muy contento con la obra de Gorostizza que va a llevar a las tablas del Centro Cultural provincial.
_ La verdad que sí. Yo soy muy amigo de Carlos Gorostizza y tengo una alegría muy grande porque tenía una asignatura pendiente con él. Yo he hecho a Tito Cossa, a Alak, Monti, la Gambaro, a todos los grandes autores nacionales pero nunca había actuado en una obra de Gorostizza, y él no me lo reprochaba, pero yo se que en el fondo lo deseaba. Y ahora se dio la oportunidad de estar haciendo “El alma de papá”. Y te cuento que Santa Fe va a ser la segunda puesta en escena en el país, ya que la estrenamos en Montevideo, luego fuimos a Pergamino y hoy estamos aquí. Es casi un estreno nacional.
_ Juan Manuel, le voy a pedir que dejemos por un ratito el teatro y hablemos de “Esperando la carroza”, película que lo tuvo como uno de sus protagonistas.
_ Yo estoy ligado a China Zorrilla desde hace muchos años, fui el galán de ella cuando ambos éramos jovencitos. Y todos los compañeros de ese elenco siguen siendo mis amigos, también Alejandro Doria, el director de la película y Jacobo Langer, el autor. Recordemos que “Esperando la carroza” nació como pieza dramática. Yo la estrené en 1974, junto con Adela Gleiger que es mi mujer, en el teatro del centro, en la calle Corrientes. Y fue un éxito extraordinario, era para morirse de la risa. Con la particularidad que Mamá Cora, esta gran creación de Gassalla, no tenía una participación tan importante. Aparecía al comienzo y al final de la obra, y el espectador creía como los hijos que Mamá Cora se había suicidado o se había muerto. Entonces cuando aparecía al final se generaba un alivio muy grande en el público, y eso le quitaba un poco de comicidad a la obra, en el teatro era un poco más dramática. Y este retoque en la película fue un acierto de Jacobo Langer y de Doria.
De los que hicimos la obra de teatro al único que contrataron fue a mí, yo hice el mismo personaje.
_ ¿Me imagino que en su memoria guarda muchas anécdotas del rodaje y los entretelones de “Esperando la Carroza”?
_ Sí, sobre todo con Brandoni y con el finado, el entrañable Julio De Gracia, que fue un gran actor argentino. Una anécdota graciosa fue que dos meses después de rodar la película tuvimos que repetir algunas escenas y los dos habíamos engordados y eso con una mirada detallada de la película se nota (risas). Lo que pasa es que nos habíamos aficionados a almorzar juntos y tomábamos nuestros vinitos (risas). En esta película extraordinaria hubo un encuentro de estilos y a Alejandro Doria le costó mucho aunarlos. Por ejemplo Julio De Gracia, Brandoni y yo estábamos un poco en desacuerdo con Doria. Porque el quería el grotesco y nosotros le temíamos a la sobreactuación. Y el tuvo razón porque la sobreactuación es lo que le dio la calidez que tiene la película. China Zorrilla está allá arriba de todos, y mi hija Andreita Tenuta esta muy bien. Ella también se resistía al grotesco, porque ella fue alumna de teatro muchos años y queríamos respetar el texto, porque somos muy stanislavskianos. Pero no hay que remarcar que fue un gran acierto de Alejandro Doria.
_ Por lo que pude leer en algunas páginas de internet me enteré que los nuevos cineastas también lo convocan.
_ Sí, afortunadamente. Ahora se estrena “Cara de queso” opera prima de Winogrand, film donde actué. Y también se va a estrenar “Yo te recuerdo ahora” de Néstor Recovich, que la acabo de terminar con Ulises Dumont en Mendoza. Hoy vino a verme el productor de “Un buda”, Daniel Rafecas que esta preparando una co-producción norteamericana-argentina y ojalá que me convoquen, porque me gusta mucho el cine.
_ Parece que le gusta mucho trabajar con los jóvenes.
_ Lo que pasa es que yo me considero, a mi edad, como un alumno de teatro. Nosotros los actores estamos dando exámenes todos los días. Y cuando el público nos aplaude mucho como nos está pasando con “El alma de papá”, es como que nos besan, nos abrazan, y yo quisiera corresponderlos de la misma manera. Pero es cierta aquella afirmación de que los actores no se reciben nunca. Un gran crítico del diario “La nación” dijo que yo soy un hombre de juventud prolongada. El actor tiene que estar aprendiendo todo el día, estar comprometido con su comunidad, con su pueblo, con su ciudad, con su entorno y saber de todo. Nosotros en las escuelas de teatro damos Shakespeare, damos Moliere, damos Florencio Sanchez, damos Gorostizza, Cossa, porque todos estos dramaturgos tocan temas propios del hombre y nosotros tenemos que meternos en la psicología, en la historia, en los trajes. Yo recomiendo la profesión del actor. Es una profesión muy bella, yo creo que es una de las más entretenidas, porque uno hasta el final sigue aprendiendo, y los jóvenes nos aportan muchísimas enseñanzas.