Durante años ha ido incrementado el mito alrededor de todos los servicios poco éticos que ofrece. Pero si nos paramos a buscar y a pensar, veremos que no hay nada que nos podamos encontrar en ella que no esté también disponible en la clearnet, la web convencional, a vista de todos.
Hace unos meses escribí en Xataka un artículo hablando sobre algunos de los mitos de la Dark Web y cómo varios de ellos son falsos. Pero incluso en el caso de los que son verdaderos, si le dedicamos un rato a buscar en Google nos podemos encontrar con el mismo tipo de contenido. También hay algunas otras cosas bastante duras que no se pueden encontrar en la Dark Web, pero sí en páginas tan accesibles como Facebook.
La idea de escribir este artículo me vino hace unos meses, cuando alguien me pidió por Twitter que denunciase una página pedófila. Antes de remitirla a quien correspondía comprobé si era verdad o no, y me encontré con algo bastante más desagradable que nada que haya visto hasta ahora investigando y navegando por la Dark Web.
Páginas como aquella están disponibles para cualquiera sin necesidad de un navegador especial, por lo que no pertenecen a la Dark Web. Como mucho podríamos decir que se encuentran en la Deep Web por estar fuera de Google y el resto de buscadores. Para evitar confusiones conviene recordar las diferencias entre Deep Web, Dark Web y Darknet, y que aunque la Dark Web sea parte de la Deep Web, no todo el contenido de la Deep Web es de la Dark Web.
Por lo tanto, a continuación voy a desmitificar un poco el concepto que tenemos de la Dark Web. No comprobando cuales de los mitos son verdad o mentira, eso ya se publicó en Xataka, sino contando lo relativamente fácil que puede resultar encontrar contenidos parecidos utilizando Google o servicios de sobra conocidos.
Cuando la red superficial iguala a la Dark Web
En comparación con la web superficial, las distintas Darknets de la Dark Web tienen una proporción mucho mayor de páginas con fines negativos. Además, escándalos como los de Silk Road hace unos años y similares han hecho que el imaginario colectivo lo vea como una red alternativa a la que sólo se va a por drogas.
Realmente no es así, ya que es un medio muy útil para, entre otras cosas, periodistas y activistas que quieran saltarse las censuras de países especialmente herméticos. Además, a la hora de pensar en las proporciones hay que tener en cuenta que las Darknets son redes muy pequeñas y con pocas páginas, y que además cargan muy lentas. Por lo tanto, muchas personas no tan preocupadas por la privacidad descartan molestarse en publicar en ella contenidos que no sean censurados en Internet.
Por lo tanto, esas páginas "buenas" van casi siempre a la clearnet, pero eso no quita que también vayan muchas malas. Y un buen ejemplo es el de las drogas. Siempre se relaciona la Dark Web con ellass, pero también se ponen a la venta a la vista de todos en páginas tan comunes como Instagram o Tinder.
Caso llamativo es el de Instagram, que lleva años combatiendo esta práctica, pero por cada hashtag especializado que cierra acaban apareciendo varios más. El resultado ha sido que con unas cuantas búsquedas y saltando de un hashtag a otro no he tardado ni 10 minutos en encontrar un post en el que alguien ofrece vender a quien le mande un mensaje privado.
Más allá de estas populares aplicaciones, sólo es necesario buscar términos como "vendo marihuana" o "vendo LSD" en Google para acceder a ofertas de todo tipo en páginas como Milanuncios o Vendetutti. En estas ofertas se suelen adjuntar enlaces a las páginas de referencia con catálogos e información. Es verdad que no hay "eBays dedicados" como en la Dark Web, pero no podemos decir que la red superficial esté exenta de este tipo de ventas.
Como he comentado al principio, la pornografía infantil también es accesible a través de la clearnet. Por poner un ejemplo, La Vanguardia habló hace dos semanas de cómo se había destapado un grupo de Facebook en el que intercambiaban este tipo de contenido, y aunque uno haya caído nadie nos asegura que no existan otros en páginas utilizadas por millones de personas.
Otra de las cosas que me he encontrado es la venta de cuentas de Netflix, Brazzers y servicios varios. Estas ya no están tan visibles en Google y hay que buscar algo más, pero existir existen. Eso sí, tarjetas robadas o bases de datos con filtraciones como las de Yahoo ya son otra cosa, y no he conseguido dar con ellas. Eso no quiere decir que no haya webs .com con donde se vendan, pero por lo menos parecen estar mucho mejor escondidas que en una Dark Web en la que se pueden encontrar en pocos minutos.
Y luego está el asunto de los asesinos a sueldo. La prensa habla mucho de ellos como si fueran una realidad en la Dark Web, pero detrás de estos supuestos mercados de muerte únicamente suele haber estafadores. Lo mismo pasa en el Internet abierto, existen páginas y gente que se anuncia en Yahoo Respuestas, pero casi nunca son más que estafadores.
Por lo tanto, la conclusión que podemos sacar es que en la mayoría de los casos en la Dark Web este tipo de productos están mucho más a la vista y son más fáciles de encontrar. Pero eso no quita que con Google y mucho tiempo libre no puedas encontrarte con contenido parecido en la superficie de la red u ocultas en páginas de sobra conocidas.
Cuando la realidad supera a los mitos
Desafortunadamente, existen varios mitos de la Dark Web que tienen sus versiones reales en el Internet convencional. Me refiero a las Red Rooms, supuestas páginas en las que puedes ver o participar en una tortura o asesinato. Son un mito que no existe realmente, pero en los últimos meses he visto algún suceso que me ha recordado a ellas.
Por ejemplo, el verano pasado saltó la noticia de que un simpatizante del Daesh había retransmitido un asesinato a través de Facebook Live. Aunque no de manera tan llamativa, esta organización terrorista también se está haciendo célebre por emitir en Internet sus ejecuciones, y no son difíciles de encontrar las páginas donde podemos verlas sin censuras.
Por lo tanto, en este caso podemos decir que el mito se ha vuelto real. Y lo que es peor, no se trata de casos marginales que sólo se pueden ver en la Dark Web, sino de vídeos que recorren la red abierta y a los que todos pueden acceder para presenciar asesinatos reales.
El problema no es la Dark Web, somos nosotros
La Dark Web no es mala por naturaleza, sino un método abierto para divulgar información de forma anónima y de manera que no pueda ser censurada. Por lo tanto no debemos criminalizar este método de divulgación, porque el problema real está en nosotros, que somos los que aprovechamos esa privacidad para volcar en ella nuestro lado oscuro.
Como hemos visto, ese lado oscuro también está muy presente en el Internet accesible a través de Google, sólo que los diferentes métodos de moderación de contenido de los servicios impiden que estén a la vista de todos. Pero al final, quien quiere vender o comprar drogas encontrará la manera de hacerlo, y para que sus negocios sean accesibles por el máximo número de personas tratarán de que esté en la clearnet.