Hasta ahora y, según el llamado modelo estándar, se consideraba que las experiencias de la vida habitual, por ejemplo la visita a un familiar, son almacenadas por nuestro cerebro en el hipocampo como recuerdos a corto plazo, lo cuales se consolidan en una etapa posterior en el córtex para ser almacenados a largo plazo.
Un nuevo estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) sobre los circuitos neuronales que subyacen en este proceso reveló, por primera vez, que los recuerdos se forman de manera simultánea en el hipocampo y en el córtex cerebral.
Sin embargo, los recuerdos a largo plazo permanecen en estado silente durante unas dos semanas antes de alcanzar "un estado maduro".
Este y otros descubrimientos recogidos en el estudio del MIT proporcionan una visión completa de los circuitos y mecanismos para la consolidación de los recuerdos, indicó el autor principal del estudio Susumu Tonegawa.
En la década de los cincuenta se estudió el caso del paciente Henry Molaison, quien sufrió daños en el hipocampo tras una operación destinada a controlar sus episodios epilépticos.
Como resultado, Molaison no pudo volver a formar nuevos recuerdos tras la operación, pero sí conservaba los que tenía antes de pasar por el quirófano, lo cual reveló la importancia del hipocampo en la formación de nuevos recuerdos a largo plazo.
Ese caso sugirió que los recuerdos episódicos (sobre eventos específicos) de largo plazo se almacenaban en algún sitio fuera del hipocampo y los científicos consideran que ese lugar es el córtex prefrontal, la parte del cerebro encargada de las funciones cognitivas como la capacidad de planear o prestar atención.
El modelo estándar considera que cuando los recuerdos se fijan en el córtex prefrontal estos desaparecen del hipocampo, mientras que otra teoría más reciente defiende que algunos retazos de recuerdos episódicos permanecen en el hipocampo.
El equipo de Tonegawa desarrolló un método para etiquetar un tipo de células llamadas engramas, que contienen recuerdos específicos, lo que permitió a los expertos identificar los circuitos que están relacionados con el almacenamiento de los recuerdos y su recuperación.
Los científicos pueden también reactivar de manera artificial los recuerdos usando la optogenética, una técnica que permite "encender y apagar" las células usando un haz de luz.
En el estudio, los investigadores usaron estas técnicas para etiquetar los recuerdos de ratones cuando se les sometía a una situación de miedo, al aplicarles un ligera corriente eléctrica mientras estaban en un espacio concreto.
Los expertos usaron la luz para reactivar de forma artificial las células de memoria en diferentes momentos para comprobar si su reaparición provocaba una respuesta en el comportamiento de los animales y qué células estaban activas.
Un día después de someter al ratón a una situación de miedo, los investigadores observaron que esos recuerdos se habían almacenado tanto en el hipocampo como en el córtex prefrontal -aunque las células engramas de esa zona estaban en modo silente- además de en la amígdala basolateral, donde se guardan los recuerdos asociados con emociones.
Estos resultados "sugieren" que las teorías tradicionales sobre la consolidación de recuerdos pueda que no sean exactas, aunque son necesarios nuevo estudios para determinar si los recuerdos se borran totalmente de las células del hipocampo o queda alguna señal o parte de ellos, agrega el estudio.