Por un lado nuestros padres enseñan que no decir la verdad está mal, pero por otro lado si se le regala a un chico algo que no le gusta y éste lo dice, es probable que obtenga una sanción, un reproche acompañado de “ni se te ocurra volver a repetirlo”. Entonces el niño, que dijo la verdad, se queda perplejo, dudoso.
Mentir a los niños es bastante frecuente, hasta diría que en nuestra cultura está naturalizado.
Las razones (muchas veces erróneas) que llevan a los padres a no decir la verdad tienen que ver con que “es chiquito y no entiende”, cuando lo que sucede es que a veces los niños hacen preguntas “incómodas” que los padres no saben cómo responde. Entonces apelan a una “mentira instrumental o funcional” para salir del paso y de ese modo también enseñan a mentir a los hijos. Se trata de engaños que tienen como objetivo (para los padres) dar rodeos en lugar de dar una respuesta concreta, ya sea porque se bloquean o se inhiben de decir la verdad.
Puede ser una mentira que implique una amenaza velada para corregir una conducta de los niños (si no haces la tarea, no vas a deporte), puede ser dicha para no enfrentar verdades difíciles (ante una separación, por ejemplo) o también si alguna mascota a la que el niño quiere mucho ha muerto, decirle que está perdida y que la van a encontrar.
La mentira instrumental es bastante versátil y cubre muchos momentos no fáciles para los progenitores cuando no tienen la posibilidad de responder adecuadamente a las inquietudes de los chicos.
Una situación “clásica” es la de los Reyes Magos y Papá Noel. Hay padres que consideran que es importante mantener la ilusión con una pequeña mentira piadosa o protectora, y prolongar la ingenuidad de la infancia, tal vez sin considerar que cuando llegue la desilusión no será con los Reyes Magos, ni Papá Noel, sino con los propios padres. Otros prefieren decir que hace miles de años existieron pero que ahora representan el valor de ser generosos, de pensar en los demás, en los necesitados, de obsequiar para dar una alegría moral.
Pero también están los padres que dicen mentiras tóxicas, que ocultan secretos y apelan a engaños que pueden ser muy dañinos en que los hijos descubran la verdad, cuando preguntan y los padres no responden o si por respuesta recibe una imposición como “porque lo digo yo”, ”porque soy tu padre ”, “porque quiero que no me hagas preguntas y te calles la boca”.
Si reinan el silencio y el miedo, la crisis del vínculo se hará presente y es imprescindible resolver la situación. De lo contrario repercutirá sobre los hijos ,en la educación ,en las relaciones personales ,laborales, sociales y en la calidad de vida.