Cierto hábitos pueden llegar a tener un impacto negativo en la salud, aunque a veces los pasemos por alto. Para no sufrirlos a largo plazo, lo mejor es detectarlos a tiempo para poder tomar las medidas que ayuden a evitar posibles consecuencias en el futuro.
Con el objetivo de lograr un incremento del bienestar, se sabe, hay dos aspectos fundamentales: una correcta dieta alimentaria, sin excesos pero con lo necesario para incorporar la cuota de energía que necesita el cuerpo; y una buena rutina física que se practique de manera permanente como complemento ideal para liberar el estrés, quemar calorías y gastar energía. Pero una óptima salud depende, también, del estado emocional y psicológicode cada persona.
Estas malas costumbres podrían estar perjudicándote
- Leer o jugar con el teléfono celular en el baño. Un hábito que muchos practican y puede ser peligroso. Si bien se piensa que es un pensamiento atractivo y eficaz para la reflexión, implica una postura corporal incómoda para satisfacer las necesidades fisiológicas del cuerpo. Desde el punto de vista médico, además, puede llegar a causar hemorroides.
- No desayunar. Los especialistas de la nutrición sostienen que el desayuno es la comida más importante del día o, al menos, la que ayuda al cuerpo a arrancar las actividades diarias con energías renovadas que permitan mejorar el rendimiento durante las actividades diarias. Si se lo saltea, el cuerpo necesitará de sus reservas internas y tendrá que hacer un esfuerzo extra para poder mantenerse activo: esto puede provocar falta de concentración, pérdida de memoria y malestar general.
- Evitar los estornudos. A veces se implementa para no pasar un momento incómodo en algún encuentro o situación particular. Pero al detener un estornudo, lo que se provoca es un fuerte aumento de la presión intracraneal. Esto hará que la circulación cerebral se interrumpa, se compriman los vasos sanguíneos y los tejidos nerviosos. Dolores de cabeza y problemas en los oídos son los problemas más importantes que se podrían generar con esta mala costumbre.
- Comer adelante de la computadora o el televisor. Por razones lógicas, se tarda más en cenar cuando se mira televisión o se atiende en mayor medida el mensaje que llega al celular que la comida que espera en el plato. Así, el cerebro gasta más recursos para procesar la información que recibe de los aparatos tecnológicos y queda de lado la que recibe de las papilas gustativas. Además, un aspecto no menor es que cuando las personas están pegadas a una pantalla, sea cuál sea el dispositivo, tardan más en lograr una sensación de saciedad con la comida; así, una persona atenta el móvil podría ingerir hasta 500 calorías más que aquel que está totalmente concentrado en su plato.
- Demasiadas tareas domésticas. Las responsabilidades del hogar a veces pueden requerir mayores esfuerzos físicos y mentales en relación a aquellas que se desarrollan en el trabajo. Y aunque es arriesgado el contacto permanente con las sustancias empleadas para la limpieza, quiénes tengan problemas cardiovasculares podrían incrementar los riesgos. Y para las personas que vuelven del trabajo, se recomienda no excederse con las actividades hogareñas para no provocar un incremento en la producción de hidrocortisona, la hormona del estrés.
- Ver mucha televisión. Este hábito suele resultar placentero y promover relajación después de un día complicado, pero no es lo más recomendable ya que incrementa el sedentarismo, reduce la actividad física y lleva a las personas a obtener una mayor tendencia a la comida. Esto, a largo plazo, puede provocar enfermedades como el sobrepeso y la diabetes tipo II.