El síndrome de las piernas inquietas afecta a alrededor del 15% de la población adulta, con un 40% que presenta una historia familia con la misma dolencia. Perjudica por igual a ambos sexos, aunque las mujeres son más propensas a padecer várices por gestaciones.
Este desorden del movimiento se caracteriza por la sensación desagradable que despierta la urgencia de mover las piernas en medio del descanso en busca de alivio. Además, la mayoría de los pacientes que padecen este síndrome también realizan durante la noche movimientos involuntarios, repetitivos y estereotipados con sus piernas.
“Lo primero es tomar conciencia de la enfermedad y sus riesgos. No ser sedentarios, actuar en forma temprana (cuando comienzan los signos de edema), evitar el aumento de peso, usar medias elásticas de descanso y consultar con un especialista son los pilares para no llegar a las complicaciones de la enfermedad venosa”, explicó el doctor Daniel Roberto Onorati, presidente del Congreso Argentino de Flebología y Linfología.
Las prácticas saludables colaboran en la prevención: el ejercicio y la caminata la optimizan la circulación, ya que facilitan la llegada de sangre a los extremos del cuerpo y en las venas, mejorando el bombeo muscular. En cuanto a los síntomas, la sensación de “piernas pesadas”, hinchazón y calambres son un primer paso para tomar nota de lo que puede reflejarse durante el descanso nocturno.