Enseñar los límites morales a nuestros hijos los hace libres, si los desconocen les estamos quitando la posibilidad de crear conexiones entre la red neuronal de la recompensa y la de control inhibitorio, herramientas básicas para poder elegir no pasar esos límites y esforzarse por controlar las conductas que les produzcan daños a si mismos o a los demás.
Como también debemos estimular la recompensa frente la ayuda al otro, lo cual libera oxitocina, una hormona que moldea el cerebro para impulsar el apego con la familia y con la comunidad que los rodea.