Después de seis meses en tierras japonesas, Julio Lamas afronta un desafío renovado de cara a la segunda ventana clasificatoria. Con la esperanza de mejorar el nivel de la Selección de Japón para poder cumplir con las metas importantes que su equipo tendrá a futuro, el DT habló sobre los caminos que deberá transitar para llevar a los nipones a lo más alto del básquetbol asiático.
-¿Cómo fueron estos primeros meses al frente de la Selección de Japón?
-Logré avanzar en mi adaptación al básquet japonés, pero calculo que me llevará unos tres o cuatro meses más para completarla. Conozco mucho más que el 20 de julio, cuando fui por primera vez. La estructura y la logística con la que cuentan para el management o la práctica deportiva son excelentes, la verdad que ellos lo único que te dan en ese aspecto son facilidades. Hay que mejorar lo de adentro de la cancha y ponerle los contenidos deportivos para subir. Necesitamos mejorar en la estatura en todas las divisiones, hacer un mejoramiento físico e incluir alguna cosas del estilo de juego internacional que necesitamos para progresar.
-¿Te ven como un entrenador que trabajó con grandes figuras del básquet, como la Generación Dorada? ¿Se les puede trasladar algunas de las ideas, la presencia y la impronta a tus jugadores?
-A mí me trajo una persona que está convencida que hay que tomar nuestro modelo de básquet para poder progresar. Para él, la pista de evolucionar el básquet estaba en Argentina y le pareció que nosotros tenemos la costumbre de arreglarnos para competir con menos cosas. Su idea no era copiar la NBA, porque tienen menos físico. Entonces buscaron a un entrenador de un básquet que pudiera mantener esa mentalidad competitiva para salir a tratar de ganar aunque tengan menos estructura logística que España o Estados Unidos. Entonces ellos buscaron un poco eso, el tratar de poder jugar con un sentimiento. Para poder transmitirlo hay que poder comunicarse, interpretarse y conocerse. La diferencia cultural es tan grande que estoy en ese proceso de intentar llegarle al corazón de los jugadores. Ellos se paran desde un lugar distinto al de un jugador argentino, español u occidental como los que dirigí. No pretendo cambiar las costumbres japonesas, pero necesito entender más para poder mejorarlos. Se paran desde un lugar distinto ante la autoridad, los rivales y muchas otras cosas.
-Por lo que viste hasta ahora, ¿cuál es el estilo con el que ellos están más acostumbrados y cómo hacés para llevarlos hacia tu objetivo?
-Ellos conocen el básquet americano y a Ginóbili, ese estilo les es familiar. No tienen tanto consumo de lo que es el juego FIBA. Junto con las autoridades, los que estamos gestionando este proyecto entendemos que hay que incorporar cosas del básquet FIBA, que es donde juegan. Ellos prestan atención a cualquier cosa que les muestres, simplemente porque el entrenador lo dice. Cuando les ponés un jugador de la Liga Nacional, son receptivos. Le prestan el 100% de atención y preguntan para tratar de hacerlo. Hacen lo mismo con los videos de Ginóbili que con los que les pasamos de (Marcos) Mata a algunos aleros de acá. Son muy inteligentes, aplicados y escuchan las razones.
-Hace unos meses habían dudas sobre la organización de Japón, ¿con qué te encontraste?
-La Federación de Japón tiene la organización del básquet de los Juegos Olímpicos 2020 y el Campeonato Mundial 2023 para los próximos cinco años. Por lo tanto, van a organizar las dos competencias mundiales más importantes y eso ha movilizado un deseo de crecimiento, progreso y una construcción de un proyecto para poder cumplir ese objetivo. Lo que me encontré en lo deportivo es que el básquet japonés vive un proyecto de crecimiento a largo plazo, que es el de la BJ League, la competencia que organizan, que está en su segundo año. También hay una meta a corto plazo que es intentar clasificar para el Mundial 2019. Eso es un poco lo que está sucediendo con los japoneses.