Después de un final de 2018 muy pálido, con cinco partidos sin ganar producto de un empate y cuatro derrotas, Unión arrancó este año con una nueva imagen. Con ese "fuego sagrado" que esperaba reflotar el entrenador, Leonardo Madelón. "Tengo que reinventar todo", dijo al término del último partido de la primera parte de la Superliga y al parecer, en la pretemporada logró generar algo nuevo.
Fue así como la mala racha fue pulverizada y fue rompiendo el golpe y aplicando golpes más que importantes. Por ejemplo, le ganó a River en el Monumental tras casi 29 años e hizo lo propio ante Huracán, al que no superaba en el Tomás Adolfo Ducó hace casi 16 años.
Quizás la cuenta pendiente era triunfar en el estadio 15 de Abril, pero ante Atlético Tucumán, justo en el día en que se estrenaba la nueva iluminación, logró espantar los fantasmas. Es así como encaminó su rumbo y otra vez pelea por asegurarse un lugar en la Copa Sudamericana olvidándose definitivamente del promedio del descenso.
Por si fuera poco, si sigue a este ritmo, podría cambiar el objetivo y pensar en llegar a la Libertadores, el gran anhelo del grupo. Justamente las estadísticas indican que el Rojiblanco es uno de los cinco mejores equipos del torneo como visitante: jugó 10, donde ganó cuatro, empató tres y perdió también tres para sumar 15 de los 30 puntos que tiene.
Un dato que no debe ser pasado por algo y que invita a pensar con ir por más cosas. Ahora se viene Boca, donde los hinchas deberán abonar un bono contribución, con el fin de volver a sumar de a tres en casa y así alimentar el sueño copero