Interés General - Una historia real 

Domingo 24 de Marzo de 2019 - 08:51 hs

Día de la Memoria: en busca del hermano perdido

En 2008, Sebastián y Sabrina supieron que eran hijos de la misma madre desaparecida. Ahora, buscan al hermano que falta. Una historia de dolor y de encuentros, con final abierto.

Actualizado: Domingo 24 de Marzo de 2019 - 10:07 hs

Sabrina y Sebastián eran hijos de la misma madre. El destino hizo que estuvieran cerca durante gran parte de sus vidas.

Sebastián Álvarez, tiene 42 años. Tenía tan solo un año y ocho meses cuando fue secuestrado por los grupos de tareas de la dictadura junto a su madre Raquel Negro, y a quien era su padrastro, Tulio Valenzuela. Era finales de 1978, y el destino fue una quinta ubicada en Funes, 20 kilómetros a las afueras de Rosario. 

Desesperada y consciente de la situación que estaba a punto de atravesar, Raquel decidió negociar con los secuestradores para salvar la vida de su hijo Sebastián. Les hizo creer que estaba dispuesta a colaborar, a cambio de que entregaran a su hijo a sus abuelos maternos. Y lo logró. 

Desde allí, la vida de Sebastián transitó con la mayor normalidad posible dada su historia. Sus primeros años vivió en barrio sur de la ciudad de Santa Fe y luego, junto a sus abuelos y tíos, se instalaron en un pequeño pueblo de Formosa donde cursó sus estudios primarios. 

“El primer recuerdo que tengo es estar viviendo con mi abuela. Recuerdos de mi viejo no tengo. Mis tíos me cuentan que al principio, a veces, estaba en una plaza y veía a una chica que me recordaba a mi mamá y decía: ¡mamá!”. Sin embargo, para Sebastián, su madre fue siempre su abuela, Ermelina Paoletti de Negro, y no tuvo conocimiento real de lo que pasaba hasta que tuvo edad suficiente para comprender los hechos.

Cuando Sebastián  tenía 11 años volvieron a la provincia, y se instalaron en Santo Tomé. Allí, su vida comenzó a tener un nuevo rumbo

Cerca de los 13 años, cuando sus abuelos y tíos creyeron que tenía edad suficiente para interpretar todo lo sucedido, le contaron los detalles de su historia. “Yo tenía 13 ó 14 años cuando me dijeron: tenés hermanos. Desde esa edad viví sabiendo que tenía hermanos sin conocerlos…”.

Pero en 2008 sucedió un hecho inesperado.

Un represor arrepentido declaró que durante su cautiverio, Raquel había dado a luz a mellizos, un niño y una niña, en el Hospital Militar de Paraná, y que la bebé había sido entregada a un orfanato de Rosario. Gracias a estos datos, en 2008 la investigación permitió encontrar a Sabrina, una joven estudiante de la Licenciatura en Comunicación Social, adoptada legalmente a poco de nacer.

Ella siempre supo que era adoptada. Hasta que un día se preguntó si sus padres habían sido desaparecidos.

 

Sabrina supo desde siempre una pequeña parte de su historia. Desde muy chica, sus padres le contaron que era adoptada, pero decidieron omitir el hecho de que había sido abandonada en la puerta de un orfanato. No fue hasta que empezó la facultad y comenzó a relacionarse con organizaciones sociales que le surgió una duda: era adoptada y había nacido en 1978, por lo que podía ser hija de desaparecidos.

Se convirtió en la nieta recuperada 96 cuando el análisis de ADN dio positivo y supo que tenía un hermano en Santa Fe, que la estaba buscando.

En ese buscar y encontrarse, resultó que Sebastián y Sabrina tenían una conocida en común, lo que causó una sorpresa aún mayor en esta historia. Había una persona que los conocía a los dos, pero nadie sabía que eran hermanos.
 
Sobre ese episodio y el encuentro, Sebastián asegura: “Fue hermoso. Ella se crió en una familia que la adoptó de buena fe, tenían una manera muy amorosa de ser. Estudiaba Comunicación social, y ya tenía un acercamiento a los organismos y hasta teníamos una colega de Rosario en común que la conocía. Fue como que nos conociéramos de toda la vida”.

Lo que siguió fue un llamado telefónico y una visita a Rosario. “Estuvimos tres días juntos hablando, hablando y tomando unos vinos”, recuerda Sebastián sobre la primera vez que se vieron cara a cara. El encuentro no pareció forzado, sino que con total naturalidad, dos personas con la misma sangre y dos vidas distintas, se complementaron. 

Sebastián vivió la búsqueda de Sabrina con ansiedad e incertidumbre. No sabía con qué se iba a encontrar después de tantos años y de crecer en familias separadas. “Es medio raro, porque te imaginás cómo serán, qué estarán haciendo, cómo va a ser la relación. Lo bueno es que siempre pensé que iba a encontrar unos hermanos que se criaron totalmente distintos a vos, con otras ideologías, y de repente tenés que encontrarte, conocerte, contarle su historia. Es como remar en dulce de leche”. 

Sin embargo la vida lo sorprendió para bien, ya que se encontró con una hermana “re piola, medio hippie” con la que parecía que hubiese pasado toda su vida. 


Sabrina sigue esperando el momento en que su mellizo aparezca. Alguien le dijo que podría estar en la provincia de Córdoba.

Pero ambos saben que historia de encuentros sigue inconclusa. En algún lugar, esperan dar con el mellizo de Sabrina : “Es nuestro motor, lo que nos hace seguir adelante, investigando, haciendo juicios”, asegura Sebastián.

Hasta 2011 se creyó que ese bebé había nacido muerto. Pero durante el juicio por la causa Hospital Militar de Paraná, las enfermeras del Instituto de Pediatría contaron que el Melli había nacido vivo, que había salido del Hospital Militar con su hermana y que después pasaron por el Instituto de Pediatría, donde estuvieron internados al menos 20 días. 

Los registros del propio Instituto lo avalan. El Melli había sido anotado como NN, sin identidad. 

“Siempre estamos esperanzados, tenemos fe que en algún momento él se va a acercar. A veces pienso que hasta él sabe, pero como pasa muchas veces, son criados en familias muy conservadoras y es difícil tomar la decisión de decir que sos hijo del otro lado. Sería muy difícil para él”, dice Sebastián. 

Tanto él como Sabrina sospechan que puede estar dentro del seno de una familia militar. En el último juicio, una enfermera les sugirió que miraran hacia Córdoba, y hasta les dio a entender que podía ser médico.

El destino hizo que Sabrina y Sebastián se encontraran e, incluso, que compartieran sin saberlo parte de sus vidas. Ahora, ambos están decididos a cerrar esta historia. Y a hacer lo necesario para encontrar al hermano que falta.

La historia de Tulio y Raquel

Sebastián contó, en base a lo que pudo reconstruir de la historia , que Tulio y Raquel se conocieron en Rosario, donde ella transitaba la pérdida de su esposo y la crianza de su hijo. Se enamoraron en la militancia y tuvieron que exiliarse junto con el pequeño.

 

 

Sobre el secuestro de Sebastián, Tulio y Raquel, se filmó en 2015 la película  “Operación México, un pacto de amor”, dirigida por Leonardo Bechini y protagonizada por Luciano Cáceres (Tulio Valenzuela) y Ximena Fassi (Raquel Negro), entre otros actores reconocidos. Sebastián y su hermana no están de acuerdo con la manera en que cuentan la historia de sus padres en el film. Hicieron presentaciones para expresar su desagrado y el mismo Sebastián cuenta sus impresiones acerca de la cinta. 

 

 

Fuente: LT10 (Jésica Ruíz, Fabrina Romagnoli, Luis Calegari, Cecilia del Rey)