El último domingo, un matrimonio que posee y trabaja un tambo en zona rural de Hipatia (departamento Las Colonias) vivió una madrugada de terror.
Eran las 3:40. Danilo Perassi y su esposa ya estaban ordeñando sus 40 vacas cuando la mujer divisó la presencia de extraños. Estaban encapuchados y armados.
“Quisimos disparar para el campo pero hicimos 10 metros y nos tiraron dos tiros abajo del tambo con una carabina”, comenzó el relato del hombre por LT10. Y todo lo que sigue es estremecedor.
“Mientras uno la tomaba a mi mujer del cuello y le apuntaba con una pistola, el otro me pega un tiro bastante cerca de donde estaba yo. Viene uno con una varilla de madera, me pega en la pierna derecha y me hace caer. Después me da un puñete en la pera y un culatazo”. A raíz de los golpes recibidos, Danilo quedó semidesvanecido.
Entre dos de los delincuentes lo llevaron al dormitorio. Allí, aún débil, sintió otro disparo, mientras amenazaban con cortarle los dedos de la mano. Él les dio el único dinero que tenía en el lugar: 4 mil pesos. Pero ellos querían más, y con una escopeta calibre 28 que hallaron en la vivienda el apuntaban en la boca y los ojos.
Luego, entraron a la habitación de su madre de 92 años, se llevaron 32 mil pesos que le quedaban de la jubilación y la dejaron encerrada.
Durante los 50 minutos que pasaron adentro de la casa recibieron varios llamados telefónicos. Supuestamente, era de su patrón, quien tenía un mensaje para Danilo: “te va a violar a tu mujer y te va a pegar un tiro a vos”, le avisaron los malvivientes.
“Les dije que no tenía más plata. Les entregué todo. Yo soy un tipo que tengo un tambo pequeño de laburo. Es una pequeña explotación. Se vive bien en el campo, no es que me quejo, pero poniendo el lomo. Somos gente de trabajo. Tengo este campito que me lo dejó mi papá y se lo pienso dejar a mis hijos”, expresó, conmovido.
Además de golpeado, quedó muy atemorizado. “Lo que más quiero ahora es seguridad porque antes de irse, apuntándome con un arma cargada y con el gatillo levantado y poniéndome el caño en la boca, en los ojos, en la cabeza, me dijeron que no haga la denuncia porque si no en la semana volvían y no iba a haber diálogo, que directamente me iban a matar. Si quisieron asustarme, lo lograron”.
“Mi mujer era una mujer alegre. Ahora está muy triste y al verla así me da lástima, y yo también. Yo vivía tranquilo, en paz con mi familia. Esperando los domingos que vengan mis hijos. Y ahora estoy quebrado y con miedo”.