Los celulares suelen ser “víctimas” de exigentes pruebas de resistencia. Incluso hay canales en YouTube que someten a los dispositivos a condiciones extremas para revelar cuán fuertes son. Pero quizá ninguna de esas experiencias sea tan dura como la que tiene como protagonista a un iPhone X, que sobrevivió a una caída de más de 3.000 metros de altura.
Nos enteramos de la historia gracias al relato de un piloto de avión, que en un foro contó su singular experiencia y cómo su smartphone soportó una brutal caída. Este hombre, llamado David, relató que se encontraba volando con su DA40, una aeronave que tiene pequeñas ventanas en los laterales que pueden abrirse durante el vuelo.
Esas aberturas sirven, por ejemplo, para enfriar los componentes electrónicos del avión. David en ocasiones aprovecha ese espacio para tomar fotografías en pleno vuelo. Eso quiso hacer ese día en el que volaba hasta su casa en Atlanta, Estados Unidos, sobre campos con plantaciones.
Al notar en el cielo formaciones nubosas que le resultaron atractivas, decidió tomar una foto. Abrió la ventanita, asomó apenas su iPhone, una ráfaga de viento provocó una turbulencia y el celular cayó al vacío.
“Al principio estaba molesto por la pérdida, pero después de unos minutos comencé a reírme, ya que era un iPhone X de cuatro años y probablemente necesitaba actualizar a un teléfono 5G”, dijo David.
El piloto contó que llegó a Atlanta y entonces sacó de un cajón un iPhone 6s que tenía de repuesto. Su plan era usarlo en forma temporal, hasta conseguir un nuevo equipo. Entonces llegó la sorpresa: al intentar deshabilitar su iPhone X perdido, encontró una ubicación geográfica gracias a la función Find My iPhone. Eso quiere decir que el teléfono aún transmitía vía GPS.
Impulsado por la curiosidad, David decidió regresar al sitio del incidente para encontrar su iPhone X. Aterrizó en un campo de soja y camino luego atravesando terreno fangoso. Cuando llegó a la zona indicada por Find My iPhone (que brinda un rango de 10 metros) demoró una hora para encontrar el equipo, que por cierto ya no emitía sonidos ya que su batería se había agotado.
Cuando estaba a punto de perder la esperanza, notó el brillo del sol en la pantalla. Cuando lo recogió, el celular no tenía ni un rasguño. En un automóvil prestado conectó el teléfono al puerto USB y el logotipo de Apple simplemente se encendió en el display.
“No se trataba de los 1.500 dólares que gastaría en un nuevo iPhone. Se trataba realmente de la aventura y la curiosidad sobre si podría encontrarlo y qué aspecto tendría después de caerse de un avión”, concluyó David. Un detalle a tener en cuenta, el teléfono del aviador llevaba una funda protectora.