“Jubilado en situación difícil y precaria solicita colaboración. Gracias”. El cartel en manos de Carlos sorprende a los peatones y automovilistas que pasan por la esquina de Crespo y Urquiza, en el macrocentro de Santa Fe.
El móvil de LT10 se acercó a hablar con él y pudo conocer que tiene 73 años y es porteño. De hecho, su origen se le nota mucho en el acento. En Buenos Aires, era comerciante. El hombre no está conforme con lo que hace actualmente, pero entiende que, al menos por ahora, no le queda opción.
“Salir a robar no voy a salir a robar. Vender ‘cosas raras’ tampoco. Entonces, ¿qué otra alternativa tengo después de agotar todas las posibilidades e instancias de búsqueda laboral?”, se pregunta resignado, y se contesta: “en la desesperación, hago esto. ¿Me gusta? No, no me gusta”, admite. Además, recalca que “la gente de Santa Fe, en la inmensa mayoría, es comprensiva, entiende mi situación y colabora”.
Carlos se tomó su actividad “como un trabajo”, al que asiste cada mañana y cada tarde, hasta que baja el sol y ya no se puede leer lo que dice el cartel que sostiene, y que le hizo en la computadora la nieta de su vecina. Él vive a tres cuadras de “su trabajo”.
Carlos y su cartel soprenden y conmueven a los transeúntes y automovilistas que pasan por Crespo y Urquiza.
Él aclara: lo que junta no le permite “ninguna locura” como comer afuera, pedir una pizza o tomarse una cerveza. “Yo a fin de mes tengo que vivir, comer y cumplir los compromisos mínimos –lo dice por el alquiler-. No tengo otra alternativa. Si no, que alguien me la dé, porque no la tengo”.