La historia de Gustavo Fernández, campeón de Roland Garros

Nacido en una familia de basquetbolistas, al año y medio quedó parapléjico por un infarto medular y pese a todo, eligió ser tenista. Tras dedicarse con disciplina y pasión, tocó el cielo con las manos

El argentino Gustavo Fernández conquistó este sábado por segunda vez en su carrera, el torneo de singles de tenis adaptado en silla de ruedas de Roland Garros, el segundo Grand Slam de la temporada que se realiza en Paris, Francia. Lo hizo al doblegar en la final al inglés Gordon Reid por un categórico 6-1 y 6-3.

De esta manera el cordobés, de 24 años y próximo a ser el número 1 del plantea, repite la corona obtenida tres años atrás. En modelo a seguir por entrega y dedicación. Nada obra de la casualidad sino de una causalidad. Llegar a esto no se logra con solo tenacidad sino también con ilusiones y la meta de concretar los sueños. Una linda historia que comprender que  el deporte y la vida pueden ir de la mano sin prejuicios.

Gustavo Fernández rompió el molde y es nuevo rey de Francia

Para conocer un poco como se gesta eso hay que retrocer en l tiempo. Un año y medio después de haber nacido en Río Tercero, Córdoba, Gustavo sufrió un infarto medular que lo dejó paralizado de la cintura hacia abajo. Un golpe anímico y moral del que no fue sencillo salir. Pero era familia de deportistas y por eso no se quedó y se levantó. A los seis años comenzó a jugar al tenis y, a los 12, se inscribió como Junior en la Asociación Argentina. A partir de ahí, nació una leyenda del tenis adaptado más allá de que no mucho no le cierra la idea de ser sólo un ejemplo de superación.

Gustavo Fernández llegó a lo más alto del ranking mundial en 2017 y actualmente, después de librar un sinúmero de batalles en superficies duras y polvo de ladrillo, alcanzó el segundo lugar de la cima. Lo hizo a toda orquesta en Francia. Tras haberse llevado en enero el Abierto de Australia (7-5 y 6-3 a Stefan Olsson), el Lobito volvió a dar que hablar al quedarse este sábado, en la cancha 7 de Roland Garros, con su segundo Grand Slam sobre polvo de ladrillo.

Tal como sucedió el 4 de junio de 2016, otra vez atendió a Gordon Reid. Fue una gran revancha después de haber perdido las finales en París, de manera consecutiva, frente a Alfie Hewett (6-0, 6-7 y 2-6 en 2017) y a Shingo Kunieda (6-7, 0-6 en 2018). Es su cuarto gran certamen después de los dos en Australia y, ahora, el par francés. Por eso, el abrazo de agradecimiento a los que siempre están: a Fernando San Martín, su entrenador, y a Florencia Tagliaferro, su novia.

Un poco me molesto que sólo me digan que soy un ejemplo de superación. Yo que creo soy un ejemplo de deportista profesional. No me siento discriminado porque no le doy bola. Pero sé que existe. Mi familia me hizo ver que yo tenía que encontrar mis propios límites. Por más que seas discapacitado podés tener la vida que quieras..”, suele decir. Y tuvo razón Lobito. Hoy hace vida de campeón.