A falta de cuatro fechas, la Liga de España sigue al rojo vivo. Real Madrid, con más sufrimiento que fútbol sostenido, se llevó un triunfo clave ante Celta de Vigo por 3-2, que lo mantiene en carrera a cuatro puntos del Barcelona, su eterno rival. Pero más allá del resultado, el partido dejó sensaciones encontradas: dominio absoluto en gran parte del encuentro y un cierre angustiante que dejó expuestas viejas fallas.

El Bernabéu celebró los golazos de Arda Güler y un Kylian Mbappé que con su doblete llegó a 24 goles en el torneo, apenas uno por debajo de Lewandowski. El francés está intratable, y será la gran carta en el clásico del próximo domingo, donde el Madrid se juega todo. Pero esa luz en ataque contrasta con los problemas del fondo: con Aspas en cancha, Celta le arrebató el control, le marcó dos goles y rozó el empate.

El propio Valverde fue autocrítico: “No puede ser que regalemos minutos. No es la primera vez que nos pasa. Hay que cambiar eso ya mismo”. El uruguayo puso palabras a lo que muchos hinchas sienten: el equipo tiene con qué, pero no sostiene su rendimiento y por momentos parece autoboicotearse.

El clásico ante Barcelona se presenta como la última bala. Si gana, Madrid se pondrá a un punto y volverá a meter presión. Si pierde, la Liga quedará sentenciada. La esperanza merengue se refuerza con el duro calendario culé: antes del clásico, Barcelona deberá viajar a Milán para jugar ante Inter por Champions, en un duelo clave. Después, les esperan Espanyol, Villarreal y Athletic.

Del lado blanco, el camino parece menos empinado: tras el duelo en Montjuïc, enfrentará a Mallorca, Sevilla y Real Sociedad. Pero el foco está puesto en el domingo. Porque ahí, más que puntos, se juegan el campeonato, el orgullo y buena parte de la temporada.