Oklahoma City encontró la fórmula y lo hizo a tiempo. En un juego que parecía escaparse, el equipo de Mark Daigneault modificó su plan, apostó por una alineación más baja y activa, y se llevó un triunfo enorme por 111-104 ante los Indiana Pacers en el Juego 4 de las Finales de la NBA.

¿Cómo lo logró?
Primero, cambiando la dinámica defensiva con el ingreso de Alex Caruso. El ex Lakers inyectó intensidad en la primera mitad, forzando pérdidas y acelerando el ritmo. Luego, en el último cuarto, llegó el golpe de gracia: defensa asfixiante, transición rápida y máxima concentración.

Shai Gilgeous-Alexander fue otra vez determinante. Con 35 puntos, un triple clave y un doble largo a falta de 2:20, rompió la defensa rival y guió a su equipo al cierre perfecto. Jalen Williams aportó 27 puntos con gran efectividad, mientras que Caruso sumó 20 con presencia total.

Del otro lado, Indiana dominó gran parte del encuentro, pero falló en el momento crucial. Pascal Siakam (20 puntos) y Haliburton (18) lideraron a los de Carlisle, que estuvieron sólidos hasta el tercer cuarto (87-80). Sin embargo, el desgaste y la falta de ejecución en los minutos finales les pasó factura.

El dato que lo resume todo: en los últimos 2:20 de juego, Indiana no pudo anotar. OKC, en cambio, metió un parcial letal, sellado con defensa hombre a hombre y lectura perfecta de los espacios.

La serie vuelve a Oklahoma con el Thunder de pie. Con el corazón de SGA, la garra de Caruso y el crecimiento de sus jóvenes, el sueño sigue más vivo que nunca.