Mr. T, entre la fama, una dura enfermedad y su alejamiento de las cámaras
El protagonista de “Brigada A” dejó su imagen de leyenda ochentosa para reinventarse tras superar una dura enfermedad. Hoy, a los 72 años, vive con bajo perfil pero sigue activo.
Con su mohicano inconfundible, kilos de cadenas de oro y una sola frase, Mr. T marcó a toda una generación. Fue la cara dura y carismática de “Brigada A” (The A-Team), ídolo de los años 80, tanto para chicos como para grandes. Pero lejos de los flashes, su historia es también la de un hombre que supo reinventarse luego de atravesar uno de los desafíos más duros de su vida: el cáncer.
Nacido como Laurence Tureaud en 1952, en el sur de Chicago, fue el menor de doce hermanos. Su infancia estuvo marcada por la pobreza y el abandono de su padre, un reverendo que se fue cuando él tenía apenas cinco años. “Vi a demasiados hombres negros ser llamados ‘muchacho’... Quería que me respetaran como hombre”, diría más tarde.
En su juventud brilló en el fútbol americano y las artes marciales. Aunque obtuvo una beca universitaria, su camino no fue fácil y terminó alistándose en el Ejército de los Estados Unidos, donde sirvió como policía militar. Luego trabajó como portero de clubes y guardaespaldas de celebridades como Muhammad Ali, Michael Jackson y Diana Ross.
A los 18 años, tomó una decisión que definiría su identidad pública: se cambió el nombre legalmente a Mr. T. Lo hizo, según explicó, para que la primera palabra que cualquiera dijera al dirigirse a él fuera “señor”.
Su gran salto a la fama vino de la mano de Sylvester Stallone, que lo descubrió en un reality de porteros y lo eligió como el temible Clubber Lang, rival de Rocky en Rocky III (1982). Un año más tarde, llegaría su consagración como B.A. Baracus en “Brigada A”, el mecánico fortachón que conquistó la pantalla chica. Cobró hasta USD 80.000 por semana, tuvo su propia serie animada y participó en programas como Los Simpson, Blossom y Diff’rent Strokes.
Pero en 1995, la vida le cambió. Fue diagnosticado con linfoma no hodgkiniano, una forma agresiva de cáncer que lo obligó a dejar los sets. Tras años de tratamiento, logró vencer la enfermedad, pero su perspectiva cambió. “Después del huracán Katrina, sentí que usar cadenas de oro era un pecado. No podía seguir haciéndolo mientras tanta gente sufría”, explicó al dejar atrás su imagen de lujo.
Desde entonces, adoptó un perfil más bajo, con apariciones esporádicas en televisión. En 2017, participó brevemente de Dancing with the Stars, pero su prioridad pasó a ser la vida familiar.
Hoy, a sus 72 años, sigue activo físicamente —sorprende en redes sociales haciendo flexiones y dominadas—, aunque luce completamente distinto. Recientemente fue visto en Los Ángeles: llevaba ropa deportiva manchada de pintura, un gorro naranja, y ya no usaba sus icónicas cadenas. Irreconocible para algunos, pero en paz con su historia.
Mr. T no desapareció. Simplemente eligió otra forma de vivir. Más silenciosa, pero tan fuerte como siempre.