El 2025 dejó en Colón una huella particular: la aparición de una camada de jóvenes surgidos de las inferiores que, pese a las dificultades, lograron tener sus primeros minutos. Fue un año convulsionado por los altibajos deportivos y la falta de resultados. Un escenario que terminó afectando el desarrollo.

El impulso inicial lo había dado Ariel Pereyra, quien apostó a una renovación profunda y empezó a incluir nombres nuevos. Su idea apuntaba a rejuvenecer el plantel y devolverle al Sabalero una identidad basada en la pertenencia. Pero el proceso, que había generado expectativas, se desmoronó por los malos resultados y con la llegada de distintos cuerpos técnicos que respondieron a la urgencia antes que a la planificación.

A lo largo de la temporada, varios futbolistas formados en el club tuvieron su debut: Lautaro Laborié, Tomás Paredes, Tomás Gallay, Agustín Giménez, Zahir Ibarra, Conrado Ibarra, Bautista Maillier, Matías Córdoba y Lautaro Gaitán. También Kevin Colli, pero llegó con el pase en su poder desde River. Sin embargo, ninguno logró asentarse ni sumar continuidad, en gran parte por un entorno competitivo adverso y un equipo que nunca encontró estabilidad.

Las lesiones, los flojos rendimientos de los referentes y la falta de alternativas llevaron a que los entrenadores apelaran a los pibes como solución de emergencia. Pero sin una estructura sólida detrás, el paso por Primera fue breve y con poco margen para mostrarse.

El año dejó enseñanzas claras: las inferiores siguen produciendo talento, pero para que se transforme en patrimonio deportivo, hace falta tiempo, respaldo y continuidad.