El ambiente en La Avenida es de pura "positividad". Leonardo Carol Madelón, el eterno referente de Unión, no solo logró la misión principal de salvar al equipo del descenso en tiempo récord, sino que ahora encendió la llama de la ilusión y está posicionando al Tatengue como un serio aspirante a pelear por la clasificación en este tramo final del Clausura.

El proceso, que comenzó como una gesta por la permanencia, mutó en una campaña de crecimiento sostenido que hoy tiene a Unión cerca de los puestos de privilegio. “Hay que vivir este tramo del torneo con optimismo. No hay otra forma”, sentenció Madelón, dejando claro el chip con el que el plantel afronta las últimas jornadas.

La metamorfosis del plantel: de golpeado a clasificado

El entrenador no oculta el trabajo realizado para reanimar a un equipo que estaba "golpeado". La clave, según el DT, fue la devolución de la confianza y el trabajo "en silencio", combinando aspectos físicos, técnicos y, sobre todo, mentales.

“Hoy los resultados se ven. El grupo está muy bien, enfocado y mentalizado. Los hinchas también confían, eso se siente. Unión recuperó su energía”, destacó Madelón, subrayando la conexión que se forjó entre el equipo y la gente, un factor fundamental para las aspiraciones en el Clausura.

El desafío en el horizonte y la clave de Madelón

Con el fantasma del descenso completamente disipado, la mira está puesta ahora en los próximos desafíos, que incluyen duros encuentros ante Barracas y Belgrano.

“Tenemos que enfocarnos en lo que sabemos hacer: jugar al fútbol. Sumar también es importante. Lo esencial es mantener la tranquilidad y seguir creciendo”, analizó el técnico, manteniendo la calma pero reafirmando la ambición de sumar la mayor cantidad de puntos posibles.

La fórmula de Madelón es clara: dar herramientas y un plan durante la semana, pero "liberar" a los jugadores el domingo. En este esquema de "disfrutar y mantener la simpleza", Unión encontró la fortaleza mental que lo convirtió en un contendiente inesperado.

Madelón, el de Cafferata, el del sentido común y la palabra justa, volvió a reconciliar al Tatengue con su esencia. El equipo pelea arriba, la gente se ilusiona y él, fiel a su estilo, mantiene los pies sobre la tierra: “Primero hay que entrar. Después, soñar está permitido.”