Título Lewis Hamilton “No me arrepiento, lo volvería a firmar”

El británico admite que 2025 no fue fácil con Ferrari, pero resalta la pasión del equipo, la conexión con los tifosi y su confianza en que el proyecto crecerá. Se muestra cansado al final de la temporada, pero afirma que sigue ilusionado con lo que viene.

La primera temporada de Lewis Hamilton con Ferrari ha estado lejos del guion imaginado por la afición. El siete veces campeón del mundo aterrizó en Maranello con la promesa de revitalizar a la Scuderia, pero el curso 2025 lo ha enfrentado a un panorama más complejo del que anticipaba. Su rendimiento, por debajo de los estándares que lo acompañaron en Mercedes durante más de una década, responde a una combinación de factores que explican la falta de resultados.

Un coche que no se ajusta a su estilo

Ferrari ha vuelto a ofrecer un monoplaza competitivo a una vuelta, pero irregular en ritmo de carrera. Esa inconsistencia afecta especialmente a Hamilton, cuyo estilo de conducción exige una trasera estable y un comportamiento predecible en curvas rápidas. El SF-25, en cambio, sigue siendo propenso al sobrecalentamiento de neumáticos y a cambios bruscos de balance, elementos que dificultan su adaptación.

En este contexto, Hamilton ha vivido una temporada marcada por destellos puntuales de velocidad, pero también por fines de semana en los que el coche nunca respondió a sus necesidades.

El peso de la comparación con Leclerc

Las diferencias de rendimiento con Charles Leclerc han sido una constante en las estadísticas, pero no necesariamente en la pista. El monegasco, con siete temporadas en Ferrari, conoce a la perfección el funcionamiento interno de la escudería y cuenta con un entorno técnico moldeado a su medida. Hamilton, por su parte, sigue en pleno proceso de integración.

No es una brecha preocupante para el británico: responde más al tiempo que Leclerc lleva afinando su equipo de ingenieros que a un verdadero desnivel deportivo.

Ejecución imperfecta en los momentos clave

Si bien Ferrari ha mejorado en varios apartados, la escudería continúa pagando caro cada pequeño error. Paradas ligeramente más lentas, decisiones estratégicas tardías o lecturas conservadoras han penalizado a Hamilton en carreras donde el margen era mínimo. En un campeonato tan ajustado, estas imperfecciones reducen las opciones de maximizar resultados.

El británico, tradicionalmente uno de los pilotos más sólidos en gestión de carrera, se ha encontrado con un escenario en el que su lectura estratégica no basta para contrarrestar las limitaciones operativas.

Un año de construcción, no de conclusiones

Pese a la falta de podios y la frustración evidente en determinados Grandes Premios, Hamilton no muestra dudas sobre su decisión de vestir de rojo. Su apuesta es de medio plazo: establecer una sinergia profunda con la estructura técnica y llegar a 2026 con un coche concebido desde cero bajo el nuevo reglamento.

En Maranello consideran este curso como un período de transición. Para Hamilton, la conexión humana dentro de Ferrari —la cultura, la pasión, la intensidad de los tifosi— ha sido el verdadero punto alto de un año difícil en pista.

2026: la oportunidad del borrón y cuenta nueva

El gran reset técnico del próximo año podría beneficiar tanto a Ferrari como a Hamilton. La Scuderia pretende corregir los déficits de cohesión y ejecución que la han frenado en 2025, mientras que el británico espera un coche más alineado con sus preferencias.

Si Ferrari acierta, Hamilton puede volver a estar en la pelea por victorias de manera regular. Si no, la aventura en rojo seguirá siendo una cuesta empinada.