La “pereza digital” masculina quedó en el centro del debate tras un reciente informe que expone cómo la falta de actualización en los perfiles de aplicaciones de citas se convirtió en un obstáculo concreto para los vínculos entre millennials. Según un estudio realizado por Feeld junto a la periodista ganadora del Pulitzer Mona Chalabi, casi 7 de cada 10 hombres heterosexuales reconocen que nunca o casi nunca modifican su perfil, una actitud que, según especialistas, profundiza la crisis amorosa que atraviesa esta generación.

El informe, que relevó a más de 2.500 usuarios, advierte que esta inercia masculina genera frustración entre las mujeres, quienes demandan autenticidad, claridad y un mínimo de iniciativa. La falta de fotos actualizadas, biografías incompletas o intereses imprecisos se vuelven señales tempranas de desinterés y terminan condicionando cualquier intento de conexión real.

Ellas editan, ellos se estancan

La diferencia de comportamiento entre hombres y mujeres dentro de las aplicaciones es marcada. Datos citados por Newsweek indican que los hombres tienen un 20% más de probabilidades de dejar incompleta la sección “Sobre mí”. Mientras tanto, el 27,8% de las mujeres actualiza su perfil de manera periódica, más del doble que los hombres, en un intento por anticipar preguntas, aclarar expectativas y atraer perfiles compatibles.

También se observan estrategias distintas: los hombres suelen limitar el rango geográfico a pocas cuadras de distancia, reduciendo sus opciones. Las mujeres, en cambio, ajustan y expanden criterios después de varias revisiones, buscando mayor variedad y posibilidades reales de coincidencia.

Causas: desconexión emocional y mandatos de masculinidad

Para Amber Lee, cofundadora de Select Date Society, la pasividad masculina responde a causas emocionales profundas: “Muchos hombres no actualizan sus perfiles porque están desconectados del proceso de las citas, no de la idea de formar pareja”, señaló. Esa falta de involucramiento refleja experiencias de frustración previas y la influencia de mensajes contradictorios sobre la masculinidad, que desalientan la expresión emocional o el esfuerzo explícito por vincularse.

Los especialistas coinciden en que esos perfiles mínimos o desactualizados son apenas la superficie de una desconexión más compleja, donde los jóvenes sienten presión, inseguridad o temor al rechazo en un mercado amoroso cada vez más competitivo.

Nuevas expectativas, nuevas distancias

La forma de entender las relaciones cambió drásticamente. Hoy, las parejas no se buscan solo por compañía: también deben aportar bienestar emocional, valores compartidos y un proyecto común. Bajo esta lógica, la terapeuta Leah Aguirre advierte que existe una “creciente distancia ideológica y de valores” entre hombres y mujeres millennials, lo que genera dificultades adicionales para concretar vínculos.

Mientras ellas expresan con mayor claridad sus límites y expectativas, muchos hombres permanecen en una postura más conservadora o pasiva, que termina chocando con la demanda de autenticidad del presente.

Sobresaturación y poca motivación

Aunque las aplicaciones ofrecen una cantidad casi infinita de perfiles, esa abundancia también genera una parálisis de elección, superficialidad en los intercambios y menos motivación. En 2023, cerca del 50% de los estadounidenses se declaró soltero y el 30% utilizaba apps de citas, pero el compromiso con el proceso no crece al mismo ritmo.

La presión por destacarse, la inestabilidad económica y los estereotipos de género hacen que muchos hombres terminen delegando en las mujeres la mayor parte del esfuerzo emocional durante la búsqueda.

¿Hacia dónde va el amor millennial?

En un escenario donde abundan las opciones pero escasea la iniciativa, la pereza digital masculina se consolida como uno de los factores determinantes de la crisis de citas millennial. Para las mujeres, el interés real se identifica rápido: perfiles trabajados, fotos recientes, biografías honestas y un involucramiento que vaya más allá del mínimo indispensable.

Las especialistas coinciden en que dejar atrás la pasividad es clave para construir vínculos más sanos. En un mundo donde el amor se escribe deslizando, la autenticidad —y el esfuerzo— marcan la diferencia.