En Colón ya no se habla de plazos y se entra en una semana donde cada día pesa, porque el plantel sigue esperando respuestas y la inhibición por Alberto Espínola mantiene el proyecto de reconstrucción frenado. 

Entre sueldos atrasados y el reclamo del defensor paraguayo Alberto Espínola, Colón necesita reunir cerca de un millón de dólares para acomodar lo inmediato. Es un número gigantesco para un club que viene golpeado, pero la primera urgencia es clara: pagarle a los jugadores, algunos de ellos con cuatro meses sin ver un peso. Ese solo capítulo ya supera los 400.000 dólares.

El segundo frente quema igual de fuerte. La deuda por Espínola, que se infló con los intereses, dejó al Sabalero con la soga al cuello. Y mientras el club siga inhibido, cualquier intento de mover fichas para el armado del plantel queda en pausa: rescindir, renovar, sumar refuerzos. Nada es sencillo con un candado administrativo que todos los equipos conocen y pocos están dispuestos a ignorar.

Pero la realidad es todavía más áspera: Colón no tiene ese dinero. Platense, que debería estar cumpliendo con las cuotas del pase de Leonel Picco, sigue sin aparecer, y nadie espera un giro milagroso. Por eso, la única puerta que queda abierta es la del dinero externo, fondos que deberían salir del propio núcleo dirigencial para desactivar la crisis.

A todo esto, el club espera el desembarco de Diego Colotto como mánager, un movimiento que podría ordenar el futuro, pero que hoy queda casi en segundo plano. Primero, Colón necesita apagar el incendio del presente.