El 9 de julio de 1816 se completó la primera parte del proceso revolucionario iniciado en mayo 1810 y que tuvo su paso intermedio con la Asamblea del año XIII. Faltaría luego la Guerra de la Independencia magistralmente conducida militar y políticamente por el General San Martín para completar en términos más reales y efectivos esa Libertad e Independencia de la Corona Española, “y de toda otra dominación extranjera”…
Los primeros países en reconocer esa acta de independencia de 1816 fueron Estados Unidos en 1822, y luego Inglaterra en 1824. Ambos países, Estados Unidos e Inglaterra, reconocieron la Independencia nacional cuando la suerte de los españoles como dominadores de América del Sur estaba casi echada en la epopeya que terminara en Guayaquil, ya sin San Martín. El camino de la conformación del Estado Nacional, como país, seguiría caminos tortuosos de guerra de civil, enfrentamientos de Centralistas Porteños y Federales. No sin intentos de dominación extranjera como la invasión de la flota anglonormanda que terminara con la gesta heroica de la Vuelta de Obligado en 1845.
Pero antes de esa Independencia Nacional que se conmemora cada 9 de julio, hubo un intento de declaración de Independencia con la Declaración de la Liga de Los Pueblos Libres, de 1815, donde encabezados por Gervasio Artigas, la Banda Oriental, Misiones, Corrientes, Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe, si Santa Fe, con Pedro Aldao y Pascual Diez de Andino, pero con Estanislao López y los santafesinos que comenzaban a forjar el sentido Federal y Republicano de nuestra Argentina, hasta llegar a la Constitución de 1853. Constitución Nacional que no por casualidad se dictó en Santa Fe. Y fueron esos santafesinos, por mandato del entonces Gobernador de Santa Fe, Francisco Candioti, que pedían “…la declaración absoluta de la independencia de la Corona de España y familia de los Borbones”.
Más allá la Liga de los Pueblos Libres de 1815, y de la Declaración de la Independencia Nacional de 1816, con ausencia de Santa Fe que estaba invadida y saqueada por Buenos Aires, y tampoco los otros miembros de esa Liga de Pueblos Libres: Entre Ríos, Misiones y Corrientes, y por supuesto, la Banda Oriental.
Más allá de las “declaraciones” de independencia formal y normativa, es tal vez repensar ese concepto de Independencia y Libertad en este 2017.
Libertad e Independencia no sólo en términos ontológicos, o normativos, o legales. Sino más bien en la Libertad e Independencia que nos falta en lo real, en lo igualitario para cada uno de los argentinos.
Libertad e Independencia económica, sin deuda eterna, sin prerrogativas ni sumisión a los poderes financieros.
Libertad e Independencia cultural, en un mundo uniformado culturalmente desde el consumismo y la estandarización globalizante.
Libertad e Independencia en lo político, en la generación de un proyecto sin entrega ni corrupción, sin genuflexión ideológica, sin sumisión al pensamiento único.
Libertad e Independencia expresada en la Igualdad de oportunidades para todos. Sin prebendas en la Justicia, sin privilegios del Poder Económico o Mediático.
Tal vez la Independencia no sea el fin sino en realidad el instrumento para llegar a esa Libertad con Igualdad.
Independencia, Libertad, Igualdad… con avances, con contradicciones, con retrocesos…
Independencia, Libertad, Igualdad… todavía estamos en eso…