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Martes 11 de Noviembre de 2014 - 21:27 hs

La vigencia de Antonio Berni a través de sus personajes Juanito y Ramona

 A veces el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) funciona como una caja de sorpresas: tan pronto llena de puntos de colores la Ciudad con la ayuda de una artista japonesa como se vuelve el refugio perfecto para dos de los personajes más vapuleados y a la vez más fuertes que la obra del rosarino Antonio Berni tiene para ofrecer: Juanito Laguna, en su villa del Bajo Flores, y Ramona Montiel, la costurera que dio el mal paso y terminó como la muñeca de marineros, toreros y generales por igual.

Berni imaginó a Juanito Laguna en los sesentas como "un chico pobre, pero no un pobre chico" y lo muestra así, en toda su dignidad humilde pero honrada, a veces grotesca y bastante actual, a través de 30 pinturas, ensamblajes y xilocollages y xilocollages-relieves (que es una técnica original del artista) y las construcciones polimatéricas en las que aplica elementos desechados como latas, cartones o plásticos para poner en contexto al niño de Villa Tachito que crece en medio de la basura de la gran ciudad.

En la mente de Berni, este niño tiene futuro, aún con los pies en el barro de un bañado del Bajo Flores donde sale a pescar. Ramona Montiel, en cambio, es una morocha argentina que termina como rubia cabaretera, perdida por las ganas de ser una señora cubierta de lujos, enceguecida por las luminarias que la sociedad reservó para otras mujeres de mejor cuna que ella.


El artista expresa con claridad atemporal sus críticas a la sociedad consumista de los sesentas y setentas que deja afuera a los hijos de quienes migraron del campo a la gran ciudad y condena a las mujeres con una doble moral aún vigente. La muestra incluye 150 obras, algunas pertenecientes a colecciones privadas y otras a los museos de Bélgica y Houston, así como también al Nacional de Bellas Artes y al propio MALBA, que son como piezas únicas y esenciales para armar el rompecabezas de los personajes centrales de la obra de Berni.

Por ejemplo, se puede notar un cambio rotundo entre la primera etapa de la representación de Juanito y su reaparición en los setentas, lejos de los bañados y subido a su motocicleta entre la basura. En su calidad de maestro, Berni puede pintar retratos que parecen fotos, pero elige trazos toscos, viscerales, para ilustrar la realidad grotesca, rudimentaria y cruda en la que vive el niño de la villa.

La exposición también incluye un retrato de Ramona cuando era un inocente bebé (que pertenece a un museo en Bélgica y nunca antes se había mostrado en el país) y una serie de monstruos ensamblados a partir de materiales de desecho con los conceptos de la sordidez, la hipocresía o incluso guiños a las diabladas bolivianas estudiadas por Berni durante su viaje por Latinoamérica becado por la Comisión Nacional de las Artes.

Los monstruos se dividen entre los cósmicos y los dispuestos a comerse a la costurera devenida en bataclana como castigo por sus artes obscenas. A diferencia de la mayoría de los museos, y de lo que Ramona Montiel sugeriría, los asistentes al MALBA pueden sacarse fotos sin flash con las obras de Berni. Lo curioso del caso es que los celulares le agregaron una tercera dimensión a las exposiciones plásticas: además del concepto del autor y de la interpretación del espectador, el visitante puede meterse dentro de la exposición con sólo pararse frente a ella y hacer click.

Pero además, el MALBA ofrece un programa de actividades a desarrollarse entre el 30 de octubre al 23 de febrero, cuando termina la exposición "Antonio Berni: Juanito y Ramona". A las visitas guiadas para adultos y la de los niños los domingos a las 15, se le suma el concierto de la Orquesta Fernández Fierro, "Color humano", el próximo lunes 17 de noviembre en el auditorio del museo.