La seguridad ideal es aquella donde no existen delitos o los que se producen, son excepcionales y de bajo impacto. La que es calificada como muy buena es la que previene los delitos y por supuesto, evita que ocurran. La buena o aceptable, es aquella que no puede eludir los hechos delictivos pero los esclarece y la justicia los reprime con penas estipuladas en la ley. El peor escenario en esta materia es que se produzcan, no se lleguen a aclarar y nadie resulte culpable o los pocos que son apresados e imputados, ganen rápidamente su libertad.
Este pareciera ser el caso, ya que esta modalidad comenzó a inicios de 2015 y hasta este octubre de este año hubo 271 autos quemados (según nuestros registros) y la justicia imputó tan sólo a 9 personas y condenó a una sola. Cabe entonces una pregunta obvia. ¿Diez personas pueden ocasionar semejante cantidad de siniestros? ¿Son todos enfermos patológicos, cuya tendencia es provocar incendios? ¿Es un grupo importante de gente violenta que dirime sus problemas personales quemando autos a sus ocasionales enemigos? ¿O son provocadores con intencionalidad política y con alguna protección policial, que quieren lograr desestabilizar a alguien o a todo un sistema?.
¿Será este el caso? Hay sospechas y fundadas, pero aún no hay certezas irrefutables. Lo que sí se puede afirmar es que la situación es ya a esta altura muy preocupante, que los delitos siguen, que no se esclarecen y que por los resultados obtenidos, reina la impunidad. Lo que decíamos, el peor de los escenarios.
En este informe especial abordaremos el fenómeno no solo desde lo meramente estadístico (cantidad de casos, ubicación de los siniestros, característica de los coches, antigüedad, etc) sino además desde la mirada científica, sociológica, judicial y estrictamente policial.