Cultura - Series de TV

Martes 11 de Julio de 2017 - 09:41 hs

"Siento que logré una gran intimidad frente al espectador"

Protagonista de la miniserie "El jardín de bronce" (HBO), que llega a 50 países, se luce con una composición austera y profunda. Habla de las enseñanzas de Alcón y de su proyección internacional.

Joaquín Furriel

Joaquín Furriel se sube las solapas del traje negro bajo un farol, en este oscuro jardín porteño tras la lluvia. Aún lo envuelve el jet lag luego de tres semanas en Europa. En Ginebra, Suiza, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) proyectó el filme El patrón. Radiografía de un crimen (2015), como parte de una campaña contra la esclavitud moderna, inspirada en el protagónico de Furriel. Volver a Buenos Aires es un desconcierto: una hora más tarde de lo pautado congela su rostro en busca de su personaje en otro thriller dramático, que el domingo a las 21 emitirá su cuarto episodio por HBO: la miniserie argentina El jardín de bronce.

Ocho capítulos conforman esta ambiciosa ficción coproducida por Pol-ka en base al best seller homónimo de Gustavo Malajovich. Aquí Furriel retrata a Fabián Danubio, “un arquitecto de clase media con un matrimonio infeliz y una hija de 4 años, Moira, que desaparece misteriosamente. El va a emprender una búsqueda implacable, pero no sólo para encontrarla. Danubio quiere ir más allá: a lo que está debajo”, susurra Furriel, liberando sus facciones de la congoja en un bar de un hotel cinco estrellas de Recoleta. “¿La Coca light con hielo y limón es para usted, señor?”, indaga una moza en la tarde cargada de gris.

“Sí, perfecto”, sonríe el actor, aunque vuelve a mirar con cautela alrededor. “No puedo decir mucho porque estaría spoileando lo que falta. Una de las cosas que me gusta de El jardín de bronce es que sea tan criolla, con una problemática tan local. Y Buenos Aires, con su arquitectura, es un personaje más. Danubio se involucrará en diferentes capas de la sociedad para hallar a su hija. Las pistas incluso pueden estar bajo tierra”, desliza Furriel.

“Yo nunca había hecho una miniserie de 8 episodios, en cuatro meses, con dos directores, Hernán Golfrid y Pablo Fendrik. Hice tantos años de tiras, de cine o de teatro de texto, y mucho de lo que trabajé para componer a Danubio tuvo que ver con las enseñanzas que me dejó Alfredo Alcón. Yo viví una transformación rigurosa, pero con mucha sutileza. En los cinco episodios que faltan, van a pasar muchas cosas impredecibles”.

Danubio tendrá que ponerse en acción para dilucidar el destino de su hija, mientras su esposa, interpretada por Romina Paula... (mejor no contar qué sucedió con ella, para los que la vean en streaming). ¿Qué hace Danubio desde el estreno, el 25 de junio por HBO? Se convierte en un buscador serial. Con guión del propio Malajovich -también arquitecto- junto a Marcos Osorio Vidal, la serie expone una Buenos Aires aún peor que la cotidiana. El lado criminal y su pretendido reverso normal se fundirán hasta el final en esta gran apuesta de la señal, tras el precursor policial Epitafios (2004). El jardín de bronce llega a 50 países.

“Estuve con el hombre en el jardín”, había dicho Moira una tarde en una plaza, y al otro día desapareció en el subte con la chica que la cuidaba. ¿Qué significaba esa frase? ¿Un caso de trata de personas? ¿Un rapto de un psicópata? ¿Un ajuste de cuentas? El suspenso fluctúa, “pero nunca es seguro quién es responsable y quién no”, siente Furriel. Su contrapeso está en Daniel Fanego y Julieta Zylberberg, en los roles de los policías Mondragón y Blanco. Otro brillo suma Norma Aleandro como la tía del personaje de Romina Paula, dentro de un reparto resonante, que grabó hasta el 8 de diciembre de 2016.

Furriel sonríe pensando en alguien puntual: en Luis Luque, quien encarna a César Doberti, un detective privado con picardía de perdedor, arquetípico del policial negro. “Se va a armar una buena dupla. Lo puedo decir porque quedó claro desde el segundo episodio. Luque y Zylberberg acompañan a Danubio: él sabe que no todos los policías son confiables, aunque siempre habla de las personas, no de las instituciones. No dice ‘Los policías son todos malos’. Hay muchos corruptos y otros que no lo son”, piensa Furriel, con los ojos azules hacia la puerta del bar.

En los policiales argentinos, los vigilantes suelen convivir con el crimen institucional. ¿Es posible plantear una serie local con detectives morales, al modo anglosajón, y que sea verosímil? “En El jardín... se logra. Mi personaje devela las complejidades sociales que tenemos. Me sorprenden los niveles de la historia, como un rompecabezas. HBO vio que la novela resistía 8 episodios, y Malajovich y Osorio Vidal trabajaron el guión como un fuelle para que fuera más grande”.

En esta era de consumo exigente de series por cable y streaming, cada nueva ficción argentina debe lidiar con una creencia reforzada por años. Que los diálogos suelen ser largos, o recurrentes, con un tono poco fluido. Ante ello, Furriel apura otro trago: “Si uno hace Shakespeare o Calderón de la Barca en teatro tiene que respetar el texto. En una tira, uno puede ablandarlo un poco. En cambio, una serie como ésta exigía precisión. Si a tu personaje le das un carisma innecesario, alterás el género. Es lo que el mismo Alcón me decía cuando hacíamos Final de partida, de Samuel Beckett, en 2013: ‘Hay que animarse a una zona de austeridad. Eso le permite al espectador involucrar su propia experiencia’”.

-Pero hay personajes que dejan mucho y otros que no llegan con la misma convicción.

-Hay algo que no es fácil en las estructuras de las miniseries. Hay actores que hacen una sola escena y modifican la dinámica de ese episodio. Es probable que en otros países estén más acostumbrados a eso. Pero algo que me sorprendió en El jardín... es que el casting fue pensado durante cinco meses. A mí me eligieron porque convenía para contar a Fabián Danubio, no por otra cosa, y todos los actores fueron primeras opciones. HBO quería que a la tía la hiciera Norma Aleandro, y que a Doberti lo hiciera “Pipo” Luque, porque lo conocían desde Epitafios. Eran los dos mejores para esos personajes.

Doberti y Danubio. Los personajes de Luis Luque y Joaquín Furriel logran una química muy potente en pantalla.

-¿Cómo fue el día que te lo ofrecieron?

-Yo conozco cómo trabajan HBO y Pol-ka, y sentí que iba a poder potenciar el personaje. Gran parte de que yo esté en esta serie es porque la gente de HBO vio mi trabajo en la película El patrón. No voy a negar que el hecho de que puedan ver mi trabajo en Brasil, México, los Estados Unidos, España y Europa del Norte es algo muy fuerte. Cuando termine la primera temporada de la miniserie habrá una manera más fácil de que me reconozcan en otros mercados, como me pasó este año con el filme Enterrados, en Asturias. Y en El jardín de bronce el desafío fue habitar esa misma precisión. Si te pasás, y eso se transforma en algo obvio, se cae toda la tensión.

-Al verte ahora, siete meses después de grabar, ¿qué descubrís acerca de Fabián Danubio y de vos mismo?

-Veo cómo habitar personajes que antes no comprendía tanto; que comunican mucho con su mirada y con todo lo que sufren. Pocas veces tuve una posibilidad tan atractiva. Danubio tiene un cambio impactante al fin de la primera temporada. Vive un desarrollo interno turbulento frente a sus propios miedos. Fue agotador, pero de la primera escena a la última nunca solté al personaje. Siento que logré una gran intimidad frente al espectador.

-Tras su ACV: "El accidente que tuve hace dos años a mí me detuvo"

En 2015, Joaquín Furriel vivió un accidente cerebrovascular (ACV) arriba de un avión, que no le dejó secuelas, pero sí un cambio en su filosofía operativa de vida. ¿Cómo conecta, desde su memoria emotiva, con las angustias recurrentes de Fabián Danubio, su personaje en El jardín de bronce, tras el rastro de su hija de cuatro años? ¿Qué pensamientos y conflictos reaparecen a nivel actoral? “No muchos”, dice Furriel.

“En mi familia hay suicidas, por ejemplo. Es algo muy incómodo y, desde ya doloroso, porque te quedan un montón de preguntas a las que nunca más les vas a encontrar una respuesta. Al ser una familia numerosa, tenemos de todo: suicidas, pacientes psiquiátricos, otros que no tienen nada, y hasta sobrevivientes, como yo. No voy a negar que hay un momento en el que estoy esperando para hacer una escena y me imagino ese dolor. Hay algo de la vida,a medida que vas avanzando, que se te va poniendo perturbador”.

Y confía, Joaquín Furriel: “Siempre lo pensé así, pero lo pude entender mejor a raíz de muchas cosas que me fueron pasando. Para mí, la diferencia es qué hace uno con los conflictos. Hacia dónde vamos con ellos. El accidente que yo tuve hace dos años a mí me detuvo. Al día de hoy, sigo tratando de estar atento a ese gran llamado de atención. Estoy en un número muy reducido de gente que no tiene una explicación médica a eso que le pasó, pero a la que no le quedaron secuelas. ¿Por qué me tocó entrar dentro de ese grupo? No lo sé. Pero sigo sintiendo que la actuación es el mejor deporte que encontré, y por el cual me despierto todas las mañanas”.

 

-Mi vida por fuera de las pantallas nunca se ficcionó"

La exposición corporal es creciente: a la par de su labor dramática en televisión, teatro y cine, a Joaquín Furriel suelen preguntarle en forma recurrente por las escenas de intensa carga erótica que protagoniza su novia, la morocha Eva de Dominici, de 22 años (él tiene 42), en la serie La fragilidad de los cuerpos (que va los miércoles por El Trece y los jueves por TNT), junto a Germán Palacios, de 54.

“No me molesta, tiene que ir para el frente. Yo lo entiendo, conozco a sus compañeros y es un placer que tenga la posibilidad de trabajar con actores así. Le da un crecimiento, una oportunidad”, dijo el actor en el programa de Mirtha Legrand (El Trece).

Aquí, junto a Clarín, remarca y amplía: “Yo mismo tengo una dinámica muy ecléctica. Yo fui galán de una novela como Don Juan y su bella dama, en 2008, y a la noche hacía Rey Lear, de Shakespeare. Creo en lo ecléctico y es extraño, pero me siento cómodo en los dos lugares. Ojo, yo a lo otro no lo estimulé. Nunca llamé a un fotógrafo para que me sacaran fotos cuando estaba en algún lugar. A Eloísa, mi hija de 9 años, tanto su madre (Paola Krum) como yo tratamos de resguardarla de una posible exposición. El estar en pareja con una actriz de las características de Eva, que trabaja en televisión, vivo como algo normal la expectativa ajena. Sé que un actor no puede tener bajo perfil, pero no me resulta incómodo ni me afecta. Sé cómo trabajo y a dónde tengo el foco. Mi vida por fuera de las pantallas nunca se ficcionó. Nunca encontré un atractivo en esa opción. No me interesa la vida de los actores. Quizá cuando era más chico me parecía todo más importante, pero a esta edad no me tensa ni me preocupa”.

Fuente: Clarín