Un patrón de alimentación saludable durante la infancia, da lugar a un mejor y mayor rendimiento escolar durante la adolescencia. Así lo demostró un reciente estudio realizado en España con más de 1300 niños y niñas de entre 10 y 14 años.
En este caso se llegó a la conclusión de que la dieta mediterránea bien entendida mejora los resultados académicos de los más pequeños.
De igual modo en Chile, se ha visto que aquellos niños que llevan una dieta poco saludable tienen peor rendimiento académico. Concretamente, estos niños son aquellos que llevan una dieta con alta ingesta calórica, grasas de mala calidad y poca fibra.
Esa hipótesis se confirma también en niños canadienses, donde se observan diferencias de rendimiento entre aquellos que llevan una dieta adecuada y los que no lo hacen.
Tampoco difieren los resultados en niños australianos, en quienes se observa que una dieta adecuada, con alto consumo de frutas durante los primeros dos años, se traduce en mejores resultados escolares en todas las edades.
A pesar de todo esto, los estudios también sugieren que puede existir un sesgo al interpretar estos resultados, ya que los niños que comen de forma saludable, suelen formar parte de familias más preocupadas por la salud y el bienestar de sus hijos. Por lo que, es más probable, que reciban una mayor atención en todos los aspectos del día a día.
La nutrición y estilo de vida sanos no solo contribuyen a un buen aprendizaje a nivel académico, sino que además contribuyen a mejorar los marcadores de salud y reducir el riego de padecer numerosas enfermedades en el futuro.
La alimentación infantil saludable es aquella que implica un elevado consumo de vegetales, frutas, hortalizas, legumbres, cereales integrales, frutos secos, aceite de oliva, carnes magras, pescados grasos, lácteos descremados y sin azúcar y que conforman su alimentación diaria, a la cual se suma la práctica de actividad física regular, ya sea en forma de deportes o de juegos que implican un desgaste físico moderado a intenso.