En momentos en que la tecnología “smart” (palabra en inglés que significa inteligente) parece haberse puesto al servicio de los seres humanos, nuestra capacidad de concentración y de memoria disminuye paradójicamente al mismo ritmo en que el acceso a la información aumenta. Es que vivimos en la época de la inmediatez, de la instantaneidad, donde la información es mucha, pero que se descarta rápidamente. Esto hace que paulatinamente perdamos la capacidad de prestar atención y de retener datos, convirtiendo al proceso de adquisición de conocimiento en algo volátil.
El atractivo mundo interconectado y globalizado a través de Internet, que tiene a las redes sociales y las plataformas de contenidos multimedia como protagonistas, se presenta como una oferta de información y entretenimiento casi ilimitada, promoviendo así la dispersión en lugar de la concentración o enfoque mental. “Quedarse colgado” es muy común hoy en día, al mismo tiempo que perder rápidamente el interés por consumir un contenido en pos de otro más novedoso. Y este ritmo se mide en procesos continuos de búsqueda de lo último, de la allí que nuestra mente divague y se inunde de cosas tan poco profundas que nos cuesta finalmente prestar atención a algo.
Por su parte, la tecnología a través de todos sus dispositivos “smart” contribuye indirectamente a una pereza mental, pues requerimos cada vez menos de nuestras habilidades mentales para ciertas funciones, ya que de ellas se encargan los dispositivos. El lado positivo de todo ello, porque lo hay, es el hecho de que precisamente tenemos al alcance de la mano miles de herramientas para incorporar en nuestro día a día a través de la tecnología, pues un ejemplo de ello es este artículo, a través de cual te acerco siete ejercicios prácticos que estimulan el trabajo cerebral para mejorar la atención mental y ejercitar la memoria. Puedes estar leyendo el artículo desde tu computadora o desde tu móvil, y así acceder a un entrenamiento mental que te ayudará a potenciar algunos aspectos de tu cerebro y mejorar tu calidad de vida diaria, sea en el aspecto personal o laboral.
Ejercicio 1: Presta atención a una parte de tu cuerpo. Elige aquella que mejor te parezca y piensa en ella todas las veces que puedas recordarlo durante el día: ¿Cómo tengo colocada la cabeza? ¿Alta? ¿Baja? Verás que con el paso de los días te será cada vez más fácil recordar este ejercicio preliminar y realizarlo más a menudo.
Ejercicio 2: Cuando notes que recuerdas la posición de la parte del cuerpo elegida (brazos, piernas, tronco, etc.) muchas más veces por día que cuando comenzaste el entrenamiento, pasa a la segunda etapa: sé consciente de tu cuerpo en movimiento ¿Cuál es el ritmo de mis pasos? ¿Muevo los brazos mientras camino? Y mi respiración, ¿se acompasa con el ritmo de mis pasos o tiene un ritmo propio? Cuando andes de un lado a otro, sé consciente de tu desplazamiento. Permanece "despierto" en cada uno de tus movimientos. No actúes, en lo posible, mecánicamente.
Ejercicio 3: Una vez que notes que el estado de alerta en lo que respecta a la posición de tu cuerpo mejora, introduce un pensamiento positivo corto, que puedas repetir mentalmente acompasándolo al ritmo de tus pasos o de tu respiración, si no estás andando. Algo así como "cada día atiendo más y mejor" o bien "atiendo ahora mucho más". Repítelo incesantemente los ratos en que pueda concentrarte en ello y verás que luego, aún estando aparentemente distraído, en algún lugar de tu mente la frasecita sigue resonando. Si puedes ayúdate con unas notas melódicas, como si improvisaras una pequeña cancioncita; notarás que es más fácil que se torne un sonsonete agradable y pegadizo.
Ejercicio 4: Cuando andes por la calle no te distraigas en pensamientos erráticos. Trata de recordar cómo estaban vestidas las personas que dejaste atrás al doblar una esquina, o el color de los coches que acaban de pasar. ¿Cuántos de color rojo, o amarillo, o gris? ¿Había alguno negro?
Ejercicio 5: Al leer una o dos páginas de un libro interrumpe un momento la lectura y pregúntate datos que tengan que ver con lo leído. Recuerda hechos que aparezcan en el libro, ya sean estas conclusiones científicas, nombres de personajes, de lugares, etc. Y mientras lees piensa que debes poner atención, puesto que vas a interrogarte a ti mismo. Esto no tardará en volverse un hábito, y tu atención mejorará increíblemente.
Ejercicio 6: Suma este ejercicio al anterior. ¿Cuál es el texto de la última línea de la página precedente? Contéstate. Échale luego una breve mirada, en treinta segundos di cuántas palabras crees que hay en ella. ¿Doscientas? ¿Trescientas? ¿Algo menos de quinientas? Compruébalo contando una pequeña parte y calculando después.
Ejercicio 7: Al irte a acostar repasa mentalmente las acciones del día, pero de atrás hacia adelante. O sea que deberás recordar primero lo último que has hecho, ¿qué habrá sido?, indudablemente, tumbarse en la cama. ¿Cómo lo has hecho? Sé minucioso. Cuantos más detalles recuerdes de tus acciones, mejor será. ¿Cómo te has puesto el pijama: primero la pierna izquierda o la derecha? Lo mismo para la chaqueta: ¿primero el brazo derecho o el izquierdo? Verás que con el correr de los días te será posible ir recordando cada vez más detalles.
Al final, la perseverancia y constancia hará que estos ejercicios sean cada vez más beneficiosos en todo lo que respecta a tu estado de vigilancia y alerta, promoviendo elevar tu atención mental y al mismo tiempo fortaleciendo tu memoria.