Ante los acertijos y adivinanzas tendemos a pensar en la respuesta más obvia e inmediata, pero esto puede llevar a que la mente y los prejuicios nos jueguen una mala pasada y la solución más evidente se nos escape.
¿Te animás a resolverlo?
Un padre y su hijo viajan en coche y tienen un accidente grave. El padre muere y al hijo se lo llevan al hospital porque necesita una compleja operación de emergencia, para la que llaman a una eminencia médica. Pero cuando entra en el quirófano dice: "No puedo operarlo, es mi hijo". ¿Cómo se explica esto?
La mayoría no logra resolverlo, como el 86% de los estudiantes de psicología que participaron en 2014 en un estudio de la Universidad de Boston (EE.UU.) que usó esta adivinanza, conocida en el ámbito de la sociología:
Si ya sabes la solución, probablemente te parezca increíble que alguien dude de la respuesta. (Si no la conoces, seguí leyendo).
Pero ¿cómo puede ser posible que a tanta gente no se le ocurra la respuesta más obvia?
"Parcialidad implícita"
Lo que nos pasa a la mayoría, mujeres y hombres, tiene un nombre científico: es una parcialidad inconsciente o "implícita".
Este sesgo automático explica por qué muchas veces hasta a las personas más feministas no se les ocurre resolver el acertijo diciendo que la eminencia médica es una mujer.
El origen de este tipo de prejuicios "implícitos" se remonta a la infancia temprana: cuando los niños aprenden del mundo que los rodea y se crean en el cerebro asociaciones neuronales que relacionan conceptos y recuerdos de una manera inconsciente.
Esas asociaciones son culturales, pero se fijan como huellas en nuestro cerebro y nos acompañan inconscientemente durante toda la vida.
En realidad, forman parte de nuestro desarrollo evolutivo: estos atajos mentales, llamados heurísticos, nos ayudan a navegar por el mundo, a categorizar automáticamente personas y situaciones que podrían representar un peligro y a tomar decisiones rápidas constantes a un nivel inconsciente.
Pero también nos predisponen a tener prejuicios de género, de raza, de religión, o de estatus socioeconómico que pueden contradecir los valores que firmemente defendemos.
Lo interesante es que la mayoría de la gente, incluida la más proigualdad, no sabe que porta estos sesgos culturales, que afectan a su comportamiento y a las decisiones que toman.
Quizás el paso del tiempo ayude a reequilibrar algunos sesgos de género. Por lo pronto, estas adivinanzas y acertijos sirven de ejercicio.