Sorpresa. No sólo porque nadie se esperaba esta jugada de Cristina Fernández, sino porque se viven tiempos en los que sorprender se torna un objetivo improbable.
El anuncio de que Alberto Fernández encabezará la fórmula presidencial junto a Cristina, sacudió el tablero político argentino. Y también a una opinión pública que oscila entre quienes están hastiados de sentirse presos de la grieta Cristina-Macri; los que disfrutan de ella porque parecen haber encontrado al fin algo que le dé sentido a sus fútiles existencias; los que le da igual votar por unos u otros y, finalmente, los que demasiado tienen con pensar en cómo sobrevivir el día a día.
A poco del anuncio, esta columna aspira solo a reunir una serie de argumentos que pueden contribuir, o no, a que cada uno saque sus propias conclusiones.
- El gobierno reaccionó aparentemente satisfecho con el anuncio. Habló de un “regalo” de Cristina, hizo hincapié en los riesgos de “volver al pasado” y parece apostar al “efecto títere” de la candidatura de Alberto Fernández.
- Sin embargo, Cambiemos se equivoca si subestima lo que acaba de suceder y si cree que estos argumentos –“el pasado” o “el efecto títere”- tienen el peso suficiente como para convencer al electorado independiente de que no debe votar por Cristina.
- El solo hecho de haber sorprendido, juega a favor de Cristina Fernández. Una vez más, la ubica para un sector de la sociedad en ese lugar idealizado de la “Cristina inteligente”, un paso adelante del resto. Se puede coincidir o no con este tipo de apreciaciones. Lo que no se puede, en todo caso, es desconocerlas.
- Una vez más, el kirchnerismo logra fijar la agenda nacional. Como lo hizo durante su gobierno cada vez que se encontró en dificultades, eclipsando de esta manera los problemas y hasta las derrotas.
- Desde este fin de semana, el resto del arco político se verá obligado a reorientar sus estrategias, a partir de la jugada de Cristina. Ella se convierte nuevamente en el eje de la política argentina.
- Esto no significa que las cartas estén echadas. Incluso, puede resultar una ventaja para Cambiemos o para el resto del peronismo, contar con tiempo para reorientar sus estrategias.
- Pero el gobierno y el peronismo deberán demostrar que son capaces de patear el tablero, tomar la iniciativa y reaccionar antes de ser arrastrados –una vez más- por las contingencias. Los antecedentes en este sentido no juegan a favor del gobierno. En demasiadas ocasiones dejó flotando la sensación de ir detrás de los acontecimientos.
- En materia de comunicación, el lanzamiento de Cristina se hizo a través de un video que vale la pena analizar detalladamente. En esos 12.53 minutos se observan, básicamente, dos conceptos esenciales: la relación de Alberto Fernández y Néstor Kirchner; y los primeros planos de rostros de quienes personalizan a los destinatarios del mensaje. Cristina aparece poco, aunque es su voz, con tono maternal y afable, lo único que se escucha.
- Es muy probable que a lo largo de la campaña el kirchnerismo haga fuerte hincapié en la relación de amistad entre Néstor y Alberto. Intentarán implantar la idea Alberto = Néstor. Las imágenes jugarán un rol fundamental. La amistad, la melancolía por el que ya no está, los momentos y decisiones que pasaron juntos. Es una estrategia potente desde el punto de vista comunicativo. Obliga a cambiar el eje de campaña a Cambiemos, porque ahora Cristina cuenta con un escudo desde lo simbólico.
- El núcleo duro de Cristina jamás dejará de votarla. No importa si es candidata a presidenta o a vice. Si su compañero es Alberto Fernández o cualquier otro. En todo caso, no hay nada que perder. Sólo existen márgenes para crecer, para que ese techo se flexibilice.
- El punto débil de esta estrategia pasa, fundamentalmente, por las flagrantes evidencias de cuál es el verdadero pensamiento de Alberto Fernández acerca de Cristina. Lo dijo en reiteradas ocasiones, en las que destruyó no sólo a su gobierno, sino también sus modos de conducirse en la política y en la vida.
- Los videos con aquellas declaraciones de Alberto Fernández se viralizaron minutos después del anuncio de Cristina. Pero atención. Se viralizaron entre los que jamás votarían por ella. Las redes sociales suelen convertirse en una trampa, pues generan la ilusión de que todos reaccionan de la misma manera. Y no es así.
- Resulta por lo menos una incógnita saber si, en tiempos de crisis, este evidente doble y contradictorio discurso del binomio Fernández-Fernández, tiene un peso preponderante para amplios sectores a la hora de votar.
- Si Cristina nunca dejó de ser una candidata con aspiraciones a pesar de tantas evidencias sobre la estructura delictiva que aceitó su gestión de gobierno, ¿por qué pensar que las incongruencias de Alberto Fernández pueden incidir en el voto de quienes no descartaban votarla, a pesar de todo?
- Preguntarse si será Alberto Fernández o Cristina Kirchner quien detente el verdadero poder en caso de ganar las elecciones, no tiene sentido alguno: fue Cristina quien presentó a su compañero Alberto. Y no viceversa.
- De hecho, fue Alberto quien en los últimos días amenazó con que “hay jueces que deberán dar explicaciones” por haber investigado a Cristina, en una clara muestra de esta suerte de metamorfosis temprana entre el “político de consenso” y aquella presidenta que reveló sin disimulo sus pulsiones de “ir por todo”.
- Resulta una incógnita qué efectos provocará este nuevo escenario sobre el espacio denominado Alternativa Federal, que nuclea a peronistas y a sectores del progresismo. También es un interrogante sin respuesta clara saber si, esta vez, el gobierno reaccionará de manera inteligente y si sabrá comunicarla de forma adecuada.
- De lo que no quedan dudas, para bien o para mal, para satisfacción de algunos o para indignación de otros, es que Fernández es Fernández. Y que este capítulo de la historia, recién comienza.