El 29 de diciembre de 2017, Franco Lescano se enfrentó cara a cara con el terror: el chico de 16 años vio cómo Facundo Solís asesinaba a sangre fría a toda su familia. Hoy, el único sobreviviente de la masacre de barrio Alfonso, va a estar presente en Tribunales cuando se condene a 35 años de cárcel efectiva al agente penitenciario por el quíntuple femicidio
Antes de enfrentarse al duro momento, Franco habló con LT10 sobre ese día y sus sensaciones previas al juicio. "Tengo miedo y una angustia tremenda porque lo tengo que ver", dijo el joven. A pesar del temor que le genera estar en una misma habitación con el femicida Solís, se llenó de valentía para afrontar el encuentro con el asesino de su mamá: "No me obligaron, yo quise ir por mi cuenta".
El recuerdo del rostro de Solís sigue fresco en su cabeza y las pesadillas sobre lo vivido esa mañana de diciembre son recurrentes: "Vivo soñando con eso", contó Franco que, además, manifestó que no cuenta con asistencia psicológica más que el apoyo de su familia.
"Recuerdo que estaba acostado con mi hermano viendo una peli. Él se va y a los cinco segundos llega una vecina a los gritos empujando la puerta y diciendo que le habían pegado un tiro a mariela, mi tía. Salí, miré y vi todo: él tirándole a mi tía, y mi vieja saliendo a la calle desesperada", rememoró.
Franco le pidió a su mamá que se meta adentro de la casa porque entendió que ellos serían los próximos; Sólis estaba decidido a ir por todo y empezó a disparar hacia ellos. Rápido, Franco entró con su mamá a la casa, cerró la puerta y en ese momento es cuando recibe un balazo en su muñeca derecha.
"Estaba en shock. Cuando vuelvo, lo veo apuntándole a mi mamá y le grito que no, pero ahí le pega un tiro en la cabeza. Después me apunta a mí, pero me dice 'Quedate tranquilo que con vos no es'", relató el adolescente.
Solís pasó de largo hacia el fondo de la casa y se atrincheró en el patio hasta ser apresado. Antes de esto, intentó hacerse pasar por uno de los policías del operativo usando la vestimenta propia de un efectivo policial. Tuvo que ser Franco el que avise a la policía que Solís era, efectivamente, el asesino.
Este chico de 16 años, que ese día había rendido una materia y había pasado al 4to año del secundario, sufrió la peor conmoción de su vida, y es difícil que en algún momento de su vida pueda borrar las imágenes de su cabeza. "Dejé la escuela porque se me hacía re difícil, la cabeza no me daba más", dijo Franco.
Sobre la asistencia del Estado tras ser el único sobreviviente en la matanza, explicó que sólo una vez recibió la visita de un representante y luego no tuvo más noticias: "Me preguntaron si necesitaba psicólogo, les dije que sí y no aparecieron más".
Por el momento, el joven espera encontrar algo de tranquilidad con Solís preso y lejos de sus familiares, para empezar a sanar una herida que lo va a acompañar de por vida.