Cada 31 de mayo se conmemora el día Mundial sin Tabaco, una fecha instituida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para promover la toma de conciencia sobre los efectos nocivos y letales del consumo de tabaco y la exposición al humo de tabaco ajeno.
La Fundación Cardiológica Argentina se suma a esta iniciativa para alertar sobre un nuevo flagelo relacionado con el tabaco: el consumo masivo de cigarrillos electrónicos por parte de adolescentes y adultos jóvenes. También, advierte sobre el rol del vapeador pasivo, con un potencial daño bastante similar al vapeador activo, por lo que llama a que se prohíba la práctica en todo recinto cerrado.
En Argentina cada año mueren 44.000 personas por causas vinculadas al consumo de tabaco, según datos de la 4º Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, que alertó, además que el 22,2 % de la población adulta fuma, una de las tasas más altas de la región de las Américas.
Según la misma encuesta, todavía el 21,8 % de la población adulta está expuesta al humo de tabaco ajeno en los lugares de trabajo y el 21,5 % en bares y restaurantes.
Los niños y niñas comienzan a fumar a los 12 años en promedio y uno de cada cinco jóvenes de 13 a 15 años fuma. En cambio, las adolescentes fuman un tercio más que los varones.
Manuel Nogales Mendoza, médico especialista en tabaquismo recomendó a través de El Cuarto Poder que aquellos fumadores que quieran dejar el tabaco, lo hagan de forma "tajante" y no poco a poco, además de no reemplazar el cigarrillo por vapeadores u otros métodos que no están avalados por la Organización Mundial de la Salud.
"Los primeros días se puede sufrir un poco pero después los cambios físicos van alentando a abandonar el cigarrillo", explicó.
En sintonía con la tendencia mundial, el consumo se está desplazando de varones a mujeres y de niveles socioeconómicos altos a bajos, por lo que se observa un crecimiento sostenido de la mortalidad femenina por cáncer de pulmón y un 25 % de mayor consumo relativo en adolescentes de población vulnerable con respecto a los de altos ingresos.
"En este sentido es que veíamos la importancia de que la regulación impositiva apuntara a reducir la brecha de precios (entre las distintas marcas), por eso en 2017 se propuso en un impuesto mínimo", sostuvo a Télam Ignacio Drake, coordinador del Programa Nacional de Control de Tabaco, ya que de esa manera se evita que el consumidor se incline por marcas más baratas en lugar de dejar de fumar.
Aumentar los impuestos a los cigarrillos, regular la publicidad e incluso prohibirla por completo e impulsar demandas colectivas contra las empresas son las acciones más efectivas en la lucha contra el tabaquismo en la Argentina, según destacan los especialistas.