Los astrónomos y científicos de todo el mundo ponen cada vez más empeño y tecnología para estudiar al Sol y a sus emisiones de energía que periódicamente llegan a la Tierra, a veces en forma violenta y causa problemas en las comunicaciones y hasta en el tendido eléctrico.
Con ese propósito, el próximo lunes la NASA y la ESA (Agencia Espacial Europea), lanzarán este fin de semana una nueva misión espacial hacia el Sol, llamada Solar Orbiter para tomar las primeras imágenes de sus polos norte y sur, además de aportar nuevos datos sobre la conexión de la Tierra con nuestra estrella.
Durante su viaje, estudiará de cerca el Sol y la heliosferainterior (las regiones inexploradas y más cercanas a nuestra estrella) y así comprender, e incluso predecir, el comportamiento errático de la estrella de la cual dependen nuestras vidas. En su punto más cercano, la nave se acercará al Sol más de lo que ninguna otra misión ha logrado, soportando un calor abrasador, y llevará sus telescopios hasta casi un cuarto de la distancia de nuestro planeta a la estrella. Así, proporcionará datos e imágenes únicos del Sol.
En esta misión clave, la Argentina tiene un rol protagónico, ya que la Estación de Seguimiento de la ESA en Malargüe, Mendoza, será parte importante en las distintas fases que atravesará la nave, incluído su viaje, órbita final y posterior recepción de información clave del Sol.
“Solar Orbiter será el primer satélite en ofrecer imágenes de cerca de las regiones polares del Sol, muy difíciles de observar desde la Tierra, desde latitudes superiores a los 25 grados. Será capaz de casi coincidir con la rotación del Sol alrededor de su eje durante varios días, por lo que permitirá ver por primera vez cómo se forman las tormentas solares durante un periodo prolongado desde un mismo punto. También proporcionará datos sobre el lado del Sol no visible desde la Tierra”, destacó Diego Pazos, ingeniero de Telespazio, la operadora local de la ESA en Argentina.
La nave se ubicará a casi un cuarto de la distancia de la Tierra al Sol, y quedará expuesta a una radiación solar 13 veces más intensa que la que experimentamos en la Tierra. Así, el satélite deberá soportar potentes emisiones de partículas atómicas procedentes de explosiones en la atmósfera solar.