Los huevos son un alimento con un gran valor nutricional, perfecto para incluir en dietas saludables. Pero a la hora de cocerlos no siempre tenemos claro cómo hacerlo para que pueda pelarse perfectamente sin que la clara quede pegada a la cáscara o que la yema no quede demasiado dura o verdosa.
Hay que controlar la temperatura y el tiempo y conseguir que se pueda pelar fácilmente en el que la clara no se vaya quedando pegada a la cáscara, y que la clara sea compacta y jugosa sin llegar a adquirir ese color verdoso que puede verse en algunos huevos cocidos.
A la hora de decidir si es mejor ponerlos a cocer directamente en agua fría antes de que rompa a hervir o en agua ya hirviendo, esto va a depender de dos factores, de si el huevo está frío y del tiempo de cocción que queramos darle.
Lo recomendable es que sea fresco y que esté a temperatura ambiente antes de ponerlo a hervir, ya que el choque térmico probablemente rompa la cáscara y te encuentres con trozos de clara deshilachada flotando por tu recipiente. Si vas a cocerlo más de 7 minutos podés ponerlo directamente en agua fría a hervir porque esto no va a influir en su textura final como sí lo haría en cocciones de menos tiempo, eso sí, seguramente la yema quede descentrada.
Si los guardás en la heladera sacalos antes de cocerlos para que se atemperen, dependiendo del tipo de cocción que elijas podés meterlos directamente en agua fría o bien en agua hirviendo. Si los metés en agua hirviendo el cambio de temperatura puede provocar una ruptura por lo que lo ideal es introducirlos con cuidado y darles vueltas aprovechando la fuerza centrífuga para centrar la clara en el caso de cocciones de pocos minutos.
Un truco para evitar que huevos no demasiado frescos o los cambios de temperatura acaben produciendo roturas en la cáscara, es poner en el agua un ácido como un chorrito de vinagre o de jugo de limón, para aglutinar o coagular las proteínas así que en caso de rotura la cáscara quedará sellada con su ayuda.
Cocerlos a muy alta temperatura hace que la clara presente una textura gomosa así que lo ideal es hacerlo a una temperatura media y cubiertos de agua totalmente para que se hagan de forma homogénea.
La cáscara es porosa, por lo que la mejor opción es, si los guardás en la heladera, mantenerlos tapados para que no agarren olores de otros alimentos que afecten después a su sabor. Por esta característica de la cáscara, si añadís sal al agua de cocción va a añadirle un toque salado. Según el tiempo de cocción obtendrás una textura u otra, depende de tus preferencias.
Hay cocciones para todos los gustos, por ejemplo con 2 o 3 minutos de cocción vas a conseguir el llamado huevo a la coque que tendría una consistencia semilíquida. Con 3 a 4 minutos, obtendrás el huevo poché o escalfado que se cuece sin cáscara envuelto en film. Si lo querés pasado por agua cocelo durante 4 o 5 minutos, esta elaboración presenta la yema líquida y la clara sólida.
Los llamados Mollet hay que pelarlos con mucho cuidado porque la clara queda cocida pero la yema semilíquida y son delicados de manipular. Los huevos cocidos de toda la vida lo recomendable es hervirlos durante 8 a 10 minutos, no más porque la yema se vuelve muy compacta y gris-verdosa además de que la textura de la clara se altera. Una cocción excesiva hace que las proteínas se compacten dejando escapar el agua, además la clara libera sulfuro de hidrógeno dando lugar a un olor desagradable.
Una vez tenemos nuestro huevo cocido después de 8 o 10 minutos, pasalo a agua fría para que el choque térmico separe la clara de la yema, ya podés golpearlo suavemente y pelarlo. Un truco es que una vez golpeado el huevo para empezar a pelar si volvés a sumergirlo en agua fría o lo pasás por debajo de la canilla para que el agua penetre por las grietas lo vas a poder pelar con mayor facilidad.