La actriz estadounidense Naya Rivera, de origen puertorriqueño y una de las caras más reconocidas de la serie de televisión “Glee”, lleva desaparecida desde la tarde del miércoles tras caer al agua en un lago cercano a Los Ángeles, indicaron las autoridades. Si bien las tareas de búsqueda continúan, la mujer de 33 años ya fue considerada muerta y lo que se busca ahora son sus restos.
“El objetivo sigue siendo llevar a la Sra. Rivera a casa con su familia para que puedan tener un cierre”, declaró el diputado del Sheriff, Chris Dyer, cuando informó el cambio de la perspectiva de búsqueda de la actriz.
Según han informado los medios locales, la actriz estaba de vacaciones junto a su hijo y habían alquilado un bote para dar un paseo y pasar el día. Unas horas más tarde, su hijo de 4 años, fue encontrado solo y dormido en el barco con un chaleco salvavidas.
Al parecer, el menor estaba ileso y comentó a las autoridades que salió a nadar con su madre pero ella nunca regresó. En la embarcación alquilada se localizó un segundo chaleco salvavidas para adultos sin utilizar, según los primeros reportes.
A pesar de utilizar helicópteros, drones y equipos de buceo, los equipos de rescate no han conseguido dar con el paradero de Rivera en el Lago Piru, un reserva de 500 hectáreas, y continuarán con la búsqueda “en cuanto salga el sol”.
Rivera es conocida por su papel como Santana López en la popular serie musical “Glee” (2009-2015), y también ha figurado en los créditos del show televisivo “Devious Maids” y del filme de terror “At the Devil’s Door” (2014).
Comenzó a actuar a los cuatros años de edad en la comedia de la CBS The Royal Family e hizo apariciones especiales en varios programas, incluidos El Príncipe del rap, Cosas de casa y Guardianes de la bahía.
En junio, Naya Rivera declaró que trabajar con Lea Michele fue un “verdadero infierno”. En su autobiografía Sorry, Not Sorry: Dreams, Mistakes & Growing Up ya narraba que la relación con su compañera se terminó cuando su personaje empezó a cobrar más protagonismo: “Pronto ella comenzó a ignorarme, y con el tiempo llegó a tal punto que no me dirigía la palabra. Lea y yo definitivamente no éramos los mejores amigas”.