En los últimos meses, incendios en distintas partes del país inundaron los medios y las redes sociales. Lo primero que hay que distinguir es que hay dos grandes zonas donde esto sucede. Una es el delta del Paraná, donde lo que se queman son humedales, y la otra, son las sierras de Córdoba en donde se queman bosques.
Son 10 las provincias argentinas afectadas por incendios, de acuerdo con el último reporte diario del Servicio Nacional del Manejo del Fuego. En Corrientes, La Rioja, y Salta hay incendios activos; mientras que en la Provincia de Buenos Aires, Catamarca, Córdoba, Entre Ríos, Misiones, Santa Fe y Tucumán están contenidos.
En los humedales del Delta del río Paraná, la superficie afectada por el fuego supera las 198 mil hectáreas; mientras que en Córdoba, otra de las zonas más impactadas por estos incendios, las llamas alcanzaron a 40 mil hectáreas aproximadamente, según detalla el organismo que depende del Ministerio de Seguridad de la Nación.
Fuego en los humedales
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En este caso, los incendios se suceden desde hace ya algunos meses, y en algunas ciudades de Santa Fe, Entre Ríos o el norte de Buenos Aires, esa es la nueva normalidad.
En este caso, la llama que inicia estas prácticas parece corresponder a manejos irresponsables de la práctica de la "quema", que consiste en "limpiar el terreno" para luego poder introducir ganado.
Lo raro es que esta práctica se realice en una situación de sequía tan grande como la que estamos viviendo. Nadie que esté familiarizado con esta práctica lo haría en estas condiciones.
Fuego en Córdoba
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Aquí el panorama es más reciente y difuso: el fin de semana cobraron fuerza algunos focos que aparecieron hace algunas semanas.
En este caso, las razones por las que sucede esto aún no están claras y no hay que descartar ninguna. Sin embargo, hay más lugar para pensar que pueden ser sin intención. En cualquier caso, la prevención y el control deben aumentar.
En todo el país deseamos que lleguen las lluvias. Pero hay un dato no menor para tener en cuenta.
El cambio climático aumenta la frecuencia e intensidad tanto de sequías como de tormentas.
Y tanto los bosques como los humedales tienen la capacidad de regular hídricamente una región, es decir, absorber agua.
Al quemarse estos ecosistemas, se pierde la capacidad de regulación hídrica de manera de que, cuando lleguen las lluvias, ese excedente de agua terminará inundando pueblos o ciudades.