Una de las actividades de la "nueva normalidad" consecuencia de la pandemia por coornavirus es trabajar desde la casa y pasar mucho tiempo en aplicaciones de reuniones de video, como Zoom. Desde la psiclogía señalan que los efectos han tomado a muchos por sorpresa.
Tener cabezas gigantes que nos miran de cerca durante largos períodos puede ser desagradable para muchos de nosotros.
La gente siente que tiene que hacer más esfuerzo emocional para parecer interesada y, en ausencia de otras claves no verbales, la intensa concentración en las palabras y contacto visual sostenido es agotador.
Reuniones cara a cara
Las reuniones en persona no solo tratan de intercambiar conocimiento, también son rituales importantes en la oficina.
Los rituales reconfortan, nos tranquilizan, y son esenciales en los edificios para mantener la interacción.
Las reuniones cara a cara también son mecanismos importantes para la comunicación de actitudes y sentimientos entre socios empresariales y colegas.
Las emociones preceden y siguen todas nuestras conductas, e influyen en el manejo de la toma de decisiones. A menudo se hacen sondeos sobre los asuntos sensibles para poder notar las sutilezas y mostrar empatía.
¿Por qué las reuniones de Zoom son diferentes?
Nuestros cerebros solo pueden hacer pocas cosas a la vez de forma consciente, porque tenemos una memoria funcional limitada.
En contraste, podemos procesar mucha más información de forma inconsciente, como lo hacemos con el lenguaje corporal.
1- Lenguaje no verbal
Nos perdemos mucho de la comunicación no verbal. Nuestros sentimientos y actitudes se transmiten en gran parte con señales no verbales como expresiones faciales, el tono y registro de la voz, gestos, postura y la distancia entre los comunicadores.
En las reuniones en persona, el lenguaje no verbal nos aporta muchas pistas. En una reunión cara a cara procesamos estas señales en gran parte de forma automática y al mismo tiempo podemos oír a la persona que habla.
Pero en una conversación por video, necesitamos trabajar más duro para procesar las señales no verbales. Poner más atención en esto consume mucha energía.
Asimismo, en las reuniones cara a cara dependemos mucho de las señales no verbales para hacer juicios emocionales, como analizar si una declaración es creíble. Automáticamente recibimos información, como por ejemplo si una persona se mueve nerviosamente.
2. Espacio de trabajo
¿Y si los niños se meten en la reunión? Nos sentimos ansiosos sobre nuestro espacio de trabajo remoto y controlamos eventos que podrían hacernos quedar mal ante nuestros colegas.
¿Se verá mal mi trasfondo en la pantalla Zoom revelando mi tendencia de almacenar cosas? Y ninguno de nosotros quiere parecerse a la presentadora de televisión y experta que esta haciendo una transmisión en vivo.
3. Conversaciones de pasillo
No hay cómo ponerse al día con las conversaciones de pasillo. En persona, a menudo nos encontramos con gente camino a una reunión y nos ponemos al día, o discutimos nuestras opiniones antes de comenzar. Vamos por café, y el simple acto de caminar hacia una sala diferente nos motiva.
4. Mirar nuestra propia cara es estresante
El énfasis que se pone en las señales faciales y la capacidad de verse a uno mismo pueden actuar como factores estresantes. Ver nuestras expresiones faciales negativas (como enojo y disgusto) puede llevar a emociones más intensas que cuando vemos expresiones faciales similares en los demás.
5. Silencios
¿Me escuchas o estás congelado? El silencio en las conversaciones de la vida real es importante y crea un ritmo natural.
Pero en una llamada de video, el silencio te provoca ansia por la tecnología. Incluso un retraso de 1,2 segundos en la respuesta online, puede hacer que la gente perciba a la persona que habla como menos amistosa o enfocada.
Además, la frustración con las personas que abren y cierran su micrófono, el retraso de las conexiones y el ruido de fondo significan que la reunión rara vez fluye sin contratiempos.