Una encuesta a unos 900 enfermeros y enfermeras de Santa Fe reveló que –no solo con la pandemia, sino desde antes- los profesionales están predispuestos a sufrir el síndrome de burn out, es decir, un estrés extremo, más conocido como de cabeza quemada, al que la doctora en Psicología y en Neurociencias, Ana Kelleyian, describió como “un infarto del alma”.
El análisis de la encuesta reveló que un muy alto el porcentaje de enfermeros con riesgo de sufrirlo.
Para Kelleyian “la persona ya trabaja por inercia. Es como un mal silencioso que va desgastando desde adentro, influye en el desempeño laboral y personal”.
“Esto es quedar fuera del sistema, estás quemado, y te deja fuera de tus actividades, es como un fosforo en medio de fósforos, que si se quema también lo hacen todos los de su alrededor. Hay una pérdida de sentido del común, no es un estrés común en el que decís que te tomas un fin de semana, esto es una exterminación de la capacidad profesional” agregó la especialista.
“Hay que entender que es una actividad de alto riesgo” concluyó sobre las modificaciones en la ley para darle valor al trabajo de enfermeros y enfermeras.