Horacio Guaraní es una marca registrada, ya imborrable, del folclore nacional. Y más en estas tierras: nació en 1925 en el Chaco santafesino, en el pueblo de Las Garzas, y pasó su infancia en Alto Verde. Y es ese distrito costero el que signaría su carrera, sus composiciones y su vocación toda.
Su verdadero nombre (no muchos lo saben) es Eraclio Catalín Rodríguez. A los 17 años viajó a probar suerte, con el sueño inalterable de ser folclorista, pero debió dedicarse a los tangos, los boleros y otros géneros que le permitieran sobrevivir. Incluso fue marinero.
Hasta que finalmente, pudo imponer su estilo, con temas populares y comprometidos con el amor, los trabajadores, la búsqueda de justicia y la lucha contra los regímenes autoritarios.
Tiempo después, cuando el maestro Herminio Giménez lo contrató para su orquesta, nació el cantor que todos conocemos.
Un festival de Moscú influyó tanto en su vida profesional como personal. Antes de viajar dejó grabado su primer LP y cuando regresó, sus canciones se habían dado a conocer gracias a la difusión realizada por Miguel Franco en las audiencias radiales de la época.
Fue uno de los pioneros del Festival Nacional de Folclore Argentino de Cosquín en 1961 y su participación se hizo un clásico en el que miles de hombres y mujeres aplaudían su obra.
En 1972 filmó su primer largometraje, titulado "Si se calla el cantor" con Olga Zubarry. Luego, en 1974, con la dirección del mismo director Enrique Dawi, filmó "La vuelta de Martín Fierro" con Onofre Lovero, un relato paralelo de la vida de José Hernández.
Años después, debió abandonar la Argentina para protegerse a él y a su familia de las amenazas de la dictadura militar. Una vez instalada la democracia en forma definitiva a fines de 1983, comenzó una serie de recitales que lo hicieron reencontrarse con su público.
Finalmente, “Horacio Pueblo” se mudó a una estancia en Luján (provincia de Buenos Aires), donde pasó las últimas décadas de su vida. Allí escribió novelas como "El loco de la guerra", "Las cartas del silencio" y "Sapucay".
Entre la innumerable discografía que produjo a lo largo de su vasta carrera, figuran discos como "Folclore de gala", "Horacio Guarany", "Cuando el grito se hace canto", "Tajo largo", "Pampa adentro", "El corralero", "El grito macho de...", "El hombre es pura arenita", "Tierra caliente", "De corazón", "Volveré en un canto", "Aquí en mi tierra", "Cuando estábamos lejos" y "Cuando es un criollo el que canta".
Guarany falleció a los 91 años, a causa de un paro cardiorrespiratorio.
En primera persona
El sitio Alto Verde City recuerda una imperdible entrevista realizada al cantautor. Aquí, el texto:
Vive en Luján, en una estancia, pero estuvo en muchas ciudades del mundo y llegó a habitar un barco. Dice que le gustan todas las mujeres, pero no traicionaría a quien es hoy, su esposa. A los 75 años acaba de sacar un nuevo disco. Sus teorías sobre el fútbol, el amor y las desigualdades sociales.
-¿Su tema "Si se calla el cantor" era una especie de miedo a quedarse sin voz?
-Para nada. Cuando los militares tomaron el país, el pueblo no podía hablar, ni opinar y ahí tenía que estar el cantor popular para hablar por el pueblo, porque tiene cierta inmunidad por su popularidad. Como yo escribía, cantaba y decía todas esas cosas, estaba prohibido, entonces busqué la manera de decir por qué lo hacía. Es que el que agacha la cabeza ante la injusticia, ya está muerto.
-En su nuevo disco hay una canción llamada "Cuando muera este cantor", ¿es el final?
-No, no. Esa canción la hice en el exilio, en Suecia. Me pidieron hacer un festival para los exiliados, y yo compuse esta canción: "Cuando muera este cantor nadie diga que murió/cantor que un día se muere es porque nunca vivió". Y ahí hago la denuncia: "Quise cantar la verdad, por algo nací cantor/y me echaron de mi tierra la puta que los parió", ¿no?
-¿Dedica sus canciones?
-No están dedicadas ni pensadas. Las canciones, cuando son auténticas, nacen dentro de uno mismo. Uno se va nutriendo de todo lo que pasa por la vida del hombre, si tiene una antena preparada para absorberlo. Para eso se nace, por lo general, poeta o músico.
-¿Escribe a mano o con máquina?
-No tengo preferencia. Mi primera novela eran cuadernitos que escribía en Alto Verde, a los doce años. Sentía el amor y escribía cartas a muchachas imaginarias. Ya de más grande, escribía cuentos. Después escribí mis teorías sobre el fútbol, porque veo lo que pasa, que es muy feo .
-¿No le gusta?
-No es que no me gusta, nunca he tenido tiempo para jugarlo.
-¿Tampoco va a la cancha?
-No, porque me apena cuando el hombre es capaz de dar la vida por un partido. Pero yo soy hincha de Boca, a muerte. Soy: Boca, Perón, Gardel, Radio Belgrano y Geniol, soy bien grasita... Me gusta el fútbol, pero no las patadas. ¿Se imaginan lo que podría hacer un Riquelme, un Batistuta si no le pegaran patadas? ¡Lo que hubiera hecho Maradona!
-¿Usaba poemas para seducir?
-No, jamás. El amor, la seducción, son ondas que irradian el hombre y la mujer, y se atraen. A algunos no les pasa, por eso, una de las estupideces humanas más grandes es prohibir los prostíbulos. Deberían de estar funcionando en todo el país, porque el ser humano necesita descargar su sexo. El que tiene pinta y dinero puede, pero el obrero, el feo, que no tiene ropa ¿cómo hace? Después vienen las violaciones. El hombre, cuando no hace el amor, se desespera, es capaz de matar por eso. Los prostíbulos, que deberían llamarse, qué sé yo: "Casas de asistencia sexual". No se rían, es importante, controlarían a todos, con médicos. Una cosa natural y bien hecha. El mundo vive al revés...
-¿En qué lo nota?
-La desigualdad en el reparto del dinero: Millones de personas se mueren de hambre cuando otros no saben qué hacer con tantos millones de pesos. El hombre premia a la mujer bonita y no a las madres que se desviven trabajando. ¿Cómo es posible que una persona estudie para matar gente? ¡Llevan a los chicos a ver un desfile militar! Van a aplaudir la muerte, ¡qué es un cañón! ¿Por qué mejor no aplauden a los albañiles que han hecho el mundo, pero no tienen casa propia?
-Usted visitó Moscú en la etapa comunista, ¿qué vio allí?
-Nada, porque hay que ser muy irrespetuoso para opinar de un país cuando estás quince días. Estuve en Rusia, pero también fui a los Estados Unidos. ¿Querés que te hable de los Estados Unidos?
-Me interesaba Moscú, pero adelante.
-El país más triste del mundo. Viven enjaulados.
-¿Qué visión tiene de América latina?
-Es una colonia norteamericana. Los yanquis nos manejan a su antojo, crearon a todos los dictadores, los apoyaron y después les dieron plata. Cuando les dieron mucho, los echaron, fomentaron un gobierno seudodemocrático, y ahí: "pagame".
-¿Cómo se sale de esta situación?
-¡Ah! Uniendo... si supiera eso sería un sabio, pero creo que uniendo y creando los Estados Unidos de Latinoamérica. Está tan despelotado el mundo que no sé cómo se arregla. Yo creía que los comunistas lo iban a cambiar, pero, también, los rusos: mil fallas y despelotes. El mundo está mal...
-¿Qué buscaba cuando fue a vivir al barco?
-Yo nunca busco nada. Pero me había separado, no tenía otra. Me echaron de mi casa porque me encontraron con las manos en la moza. Fue un 31 de diciembre. Todos llamaron a sus novias y... ¡yo también!, pero la otra estaba escuchando por el otro teléfono: "¡Mandate a mudar!", me dijo. Nunca más volví. ¡Echarlo a Guarany es bravo, eh!
-¿Qué tipo de mujer le gusta?
-Todas (risas). Todas las que se bañen.
-¿Ese es el requisito?
-No, no voy a andar eligiendo. En este momento me gusta solamente mi mujer, estoy enamorado de ella hace quince años. Me gustan todas, pero soy incapaz de traicionarla porque la quiero mucho y la respeto, pero arruinamos una buena nota, ¡mirá que te dije cosas, a vos!
-Hablamos un poco de todo...
-¡Ah! Lo único que quiero que pongas (tono de discurso) es que es imprescindible que ya se habiliten los prostíbulos...
-Pero eso lo voy a poner.-
...porque nadie lo pone.
-Lo voy a poner en el título.
-Ahí está, en el título. Pero después explicá por qué (se explaya nuevamente sobre el tema).
-¿Ya se amigó con Mercedes Sosa?
-Yo nunca estuve peleado con ella.
-Ella dijo que usted era un demagogo, ¿usted se considera un demagogo?
-Yo no me considero nada, ni apruebo ni niego, pero ella tiene todo el derecho de opinar. Tendrá razón. Yo no soy quien para decirle que miente.
-¿Es duro ganarse la vida cantando?
-Duro no, es difícil cuando se siente el arte como algo verdadero. Ahora, cuando se es un mercader del arte ¡ah, es facilísimo! Yo siento lo que hago. Lo haré bien o mal, pero estoy seguro de que no hago trampa. Me preocupa acostarme y sentirme orgulloso de lo que soy, decir "Guarany, qué gran tipo que sos".
-¿Usa la computadora y el e-mail?
-Tengo, tengo todo eso, pero hay un muchacho que me recibe todos los e-mail, y yo pasé todos mis versos a la computadora y a la página de Internet.
-¿Qué sintió al saber que desde cualquier lugar del mundo se puede escuchar una canción suya con sólo apretar un botón?
-Sentí una emoción enorme porque comprobé de lo que es capaz la inteligencia del hombre y, también, gran vergüenza de que aun siga creyendo que para solucionar los conflictos sea necesaria la muerte. Esa es la contradicción más grande.