Política - Un problema grave

Sábado 06 de Marzo de 2021 - 17:12 hs

¿Cuáles son las razones por las que seguiremos teniendo fugas en comisarías?

En poco más de 15 años, la provincia pasó de 2 mil  presos en cárceles a 7 mil. Actualmente, la capacidad de las cárceles está excedida en un 20% y en el depto, La Capital, las comisarías albergan a casi el triple de personas de lo que permite su infraestructura.

Actualizado: Sábado 06 de Marzo de 2021 - 17:34 hs

 Los presos en las comisarías capitalinas son un problema sin solución en el corto plazo. No hubo previsibilidad en 2014 cuando se instrumentó el nuevo sistema penal en la provincia. Las consecuencias se pagan ahora todos los días. Las cárceles santafesinas tienen un 20 por ciento de superpoblación. Y varias comisarías del departamento La Capital duplican o triplican su capacidad de alojamiento de personas para seres humanos. El hacinamiento completa el resto de las miserias humanas tangibles, y no existen soluciones en el corto y mediano plazo. Se necesitan obras, edificios construidos con rigurosa seguridad para alojarlos. Se construye una cárcel federal en Coronda y remiendos a nivel penitenciario provincial, pero de ninguna manera esto ataca la cuestión de fondo.

De lunes a viernes

El domingo 28 de febrero, primer día de la semana, durante la madrugada se escaparon 11 presos de la Subcomisaría 2° del barrio Santa Rosa de Lima, y antes, en la noche del lunes 22, en la misma dependencia policial hubo una pelea a facazos que terminó con cuatro presos apuñalados. Dos de ellos quedaron internados en observación y con férrea custodia policial en el hospital Cullen. La capacidad del penal de esa dependencia es para 16 personas. Hubo 44 primero y 40 cuando fue la fuga masiva de 11 presos. 

El viernes, a primera hora de la mañana, cuando se hizo el recuento de los presos alojados en la comisaría 12° de la ciudad de Santo Tomé, supieron que faltaban cinco. Pasaron revista a todos y cada uno de los internos, y después hallaron una puerta vulnerada que aparentaba estar en buenas condiciones. 

Repetición

Este relato, breve, podría ajustarse a la media docena de fugas que hubo durante 2020 en  marzo en la Subcomisaría 17° del barrio Brigadier López, y en abril en la Comisaría 10° de barrio Piquete Las Flores, ambas en la ciudad de Santa Fe. O las de agosto en la Subcomisaría 16° o la de diciembre en la Comisaría 12° ambas de la ciudad de Santo Tomé. Reiteraciones de hechos, de superpoblación en los penales policiales, nuevas fugas. En fin, círculos siempre círculos, que espasmódicamente son noticias frente al terror que desatan las fugas masivas de presos en los barrios donde están los edificios de las comisarías de las que se evaden. O de las tentativas de fuga que son frustradas como en la Comisaría 9° de barrio Los Hornos, al menos en dos oportunidades en 2020.

Presos

Pero, la verdadera radiografía del problema, excede largamente esta penosa, triste e insoluble problemática que contiene a seres humanos que son integrantes de nuestra sociedad y que están privados de su libertad, porque se presume " porque claro que rige el principio de inocencia en toda su extensión", que fueron a muy grandes rasgos autores de delitos contra las personas y contra la propiedad. 

Alojamiento

El interrogante que plantea la situación para cualquier ciudadano, es porque los presos no están en las cárceles,  o en los instituto penitenciarios provinciales, que es el lugar de sentido común para que estuvieran alojados.

El verdadero drama

No es nuevo, este es un problema viejo, reactualizado dramáticamente. En el año 2005 las cárceles santafesinas alojaban a unos 2 mil internos entre los condenados y los procesados, y la policía capitalina tenía unos 200 presos en la tristemente célebre La Piojera, en la parte trasera del actual edificio del ministerio de Seguridad y que antes fuera la sede central de las Jefatura provincial de la Policía de Santa Fe, y también de la Unidad Regional I La Capital. Todo eso con una paradoja irreversible y bochornosa sobre el sentido común, ya que al lado del edificio de la Seguridad, siempre estuvo la escuela Domingo Faustino Sarmiento. Hubo un genio al que se le ocurrió agrandar La Piojera alguna vez, y se vio el desastre en toda su dimensión el viernes 14 de marzo de 2003, con una toma de rehenes de los celadores policiales que se extendió por espacio de interminables 12 horas. 

Nuevo sistema

Pero, el lunes 10 de febrero de 2014, finalmente se puso en marcha el nuevo sistema penal, que cuenta con un Ministerio Público de la Acusación y un Sistema Público Provincia de la Defensa Penal, saliendo del más arcaico sistema penal oscurantista y poniendo en funcionamiento un modelo inspirado en las modernas legislaciones e instituciones a nivel mundial. 

Subestimación de los problemas

Pero, así como hubo exámenes de fiscales "a las apuradas" y Patricio Serjal fiscal regional de Rosario, y su ladero Gustavo Ponce Asahad, elegidos por aquellas épocas, hoy están fuertemente sospechados y por eso privados de su libertad (aunque sea domiciliaria en un caso) de ser socios en el delito que los vincula con el juego clandestino, por lo menos en principio y con vinculaciones políticas de primer nivel en la Legislatura provincial. También, hubo una falta de previsibilidad del nuevo sistema penal, y el Estado con el gobierno de turno, se olvidó de calcular que las audiencias imputativas, y otras medidas procesales tomarían una gran velocidad en el sistema completo en su funcionamiento al igual que las condenas. Tanto es así, que en 2014 cuando se activó el nuevo sistema había 3 mil presos, y hoy son casi 7 mil los que tiene el Servicio Penitenciario provincial, y su capacidad logística operativa es solo para 5700 o 5800. Le sobran entre 800 y 1.200 depende el sistema de altas y de bajas, o sea, la diferencia entre los que ingresan a la cárcel y los que se van en libertad.

Imprevisibilidad

La primera consecuencia material que se desprende de semejante situación, es que el Estado provincial no dispone de ninguna capacidad en lo inmediato para solucionar la cuestión de la superpoblación para el alojamiento de personas privadas de su libertad por la Policía. Una respuesta básica a la superpoblación de los penales policiales será sacarlos y llevarlos a las cárceles, pero el sistema penitenciario está completamente saturado en un 20 por ciento más. Por eso se seguirán escapando los presos de las comisarías con estos parámetros. 

Fuente: LT10 (Juan Trento)