El párroco Odilio Panigo compartió con LT10 la previa de las transmisiones de fútbol de Colón-Argentinos y Vélez-Unión. En una jornada tan especial como el domingo de pascuas, el sacerdote se tomó unos minutos para reflexionar y compartir el vínculo entre el fútbol y la religión.
"El fútbol me apasiona, lo jugué hasta hace algunos años. El domingo es un día de fiesta, aquellos que son futboleros saben que está asociado con el fútbol. Es un día de encuentro, de familia, de fiesta, donde el corazón late de una manera especial por el partido que queremos escuchar y las expectativas que crecen" comenzó.
Por otro lado, dijo: "Yo hago muchas comparaciones con el fútbol cuando me toca predicar, nosotros decimos que la misa es una liturgia, que tiene ritos y dependen del espíritu con lo que lo hacemos. Si nosotros lo hacemos con un espíritu, nos llenan el alma, si no nos aburrimos. Si alguien se pone a mirar un partido de fútbol, es lo mismo. Si uno lo vive con pasión, el mínimo detalle tiene sentido".
"En la cancha los equipos entran a celebrar un partido, donde cada uno pone lo mejor para el espectáculo. La hinchada canta, alienta y nosotros en las celebraciones tenemos los cantos que tienen un sentido. Y cada vez que se canta lo hacemos con un sentido distinto, por más que sean los mismos y lo sepamos de memoria, pero el espíritu hace que no sean siempre iguales. Son muchas las cuestiones en común. La fe muchas veces genera discusión y distintos puntos de vista, el fútbol también. El domingo es día de descanso, dejémoslo descansar a Dios. Pensemos esto, Dios es padre, no va a hacer más fuerza por uno o por otro" detalló.
Más tarde mencionó: "Me acuerdo una carta de Fosatti, fue quien participó para que esté la virgen en la cancha de Colón. Él dijo que la virgen no transpiraba ni metía goles, solo acompaña. Depende de la capacidad de cada uno. Uno da gracias a Dios por la capacidad que le da a la persona por atajar un penal, depende de cada uno".
Por último, recordó una anécdota de una fiel: "Siempre me acuerdo de una mujer que tenía 80 años, cada vez que jugaba Colón subía al camarín de rodillas, pidiendo por Colón".