Por Juan Trento
El domingo a primera hora, la noticia fue tan sorprendente como triste. Una mujer embarazada de siete meses quedó atrapada en la reja de una ventana del Instituto de Educación Física ISEF luego de ingresar a robar. Lo verdaderamente sorprendente es su condición de mujer y su estado de gravidez, siete meses, a solo 8 semanas de parir, y la tristeza sin fin por la situación. Luego, la misma mujer, es nuevamente aprehendida en la madrugada del viernes por tentativa de robo en Jujuy y Francia. Este sábado fue aprehendida en el barrio Centenario por el robo a una peluquería. Ella nos interpela profundamente como sociedad, y aún cuando lo ignore, porque nosotros no podemos mirar para otro lado. Ella y nosotros, todos, somos miembros de esta sociedad de esta época, y el caso obliga la reflexión, y al pensamiento.
Salir a robar
Sin dudas, la situación que lleva a una persona a robar y tomar todos los riesgos que supone un suceso que hasta puede pagarse con la vida, o bien salir herido gravemente, es algo que los ladrones y delincuentes tienen bien presente, aunque ellos en una frase de ocasión se recomienden a tal o cual santo. Pero, este caso en particular de esta mujer con un avanzado estado de gravidez , obliga a reposar la mirada y el pensamiento. Porque es la misma condición humana, la que subyace maltratada y desvencijada, para que una mujer de 27 años con semejante estado avanzado de embarazo, se decida salir a robar.
Pobreza e indigencia
Nadie, o casi ninguna persona que viva en la ciudad de Santa Fe, duda que la miseria golpea fuerte en vastos sectores de la población. La ciudad de Santa Fe tiene bolsones de pobreza y de indigencia históricamente, y en los últimos 30 años ha empeorado notablemente. El extremo sur de la capital santafesina, como en casi todo el cardinal oeste hasta rematarse en el noroeste, y en algunos barrios puntuales dentro del ejido urbano propiamente dicho, miseria, pobreza e indigencia no son definiciones de los tratados de Sociología. Sino que son vastas muestras tangibles del sufrimiento humano y la devastación de sufrir por no tener lo necesario para preservar la dignidad.
Reincidente
Pero no es común y tampoco es habitual, que una mujer embarazada salga a robar. Y más aún cuando el antecedente inmediato en su vida es que tuvo que ser rescatada por los policías en la madrugada del último domingo cuando quedó atrapada en las rejas de una ventana metálica, de cuyos barrotes no pudo zafar, cuando entró a robar al predio e inmueble del Instituto de Educación Física ISEF. Ella, futura mamá en dos meses como máximo, tuvo que ser llevada al hospital Cullen de Santa Fe, recibió curaciones y quedó internada. Luego, durante la semana recuperó su libertad, y en la madrugada del viernes, para sorpresa de propios y de extraños, nuevamente fue aprehendida, en este caso tratando de forzar las cerraduras de los automóviles que estaban estacionados en la madrugada en adyacencias de la esquina que forman las calles Francia y Jujuy en el extremo sur de la ciudad de Santa Fe. Y, esta madrugada, es la tercera vez que es aprehendida en un robo.
Mirada generosa
En toda esta cuestión no existen las consideraciones religiosas, tampoco ideológicas, ni principismos cómodos, esto es análisis con cordura y racionalidad. Es tan violenta la cachetada social de saber que una mujer de 27 años, embarazada de 7 meses, es detenida por robo, tres veces en la misma semana con una diferencia de cinco días, que solo el alma humana se atiene a compungirse, a tomar éste que es un solo botón de este muestrario bestial que deja la pobreza extrema y la indigencia lacerante, que como semejantes y humanos que todos somos como esta mujer, solo nos cabe la reflexión profunda que nos provoca el caso y de ser los dueños de una tristeza sin fin y un dolor infinito por la situación. No hay juicios de valor con ella, ya que quienes se lo debieron hacer antes, es evidente que no lo renunciaron a su obligación, y la llevaron a este infierno en el que tiene cercada su vida y también la de su hijo.