La tolerancia a la frustración se relaciona con la capacidad de saber gestionar las emociones ante un acontecimiento que no resulta como imaginamos y al incumplimiento de las expectativas.
Las personas que tienen baja tolerancia a la frustración son muy exigentes consigo mismas y con el resto. A su vez, tienden a ser rígidas, con escasa capacidad para adaptarse, son incapaces de controlar el malestar que se siente ante lo insatisfecho. Muchas veces culpan a otros de obstaculizar su cometido.
Algunas estrategias recomendadas para desarrollar tolerancia a la frustración son:
Establecer objetivos realistas
Si cada vez que nos proponemos llevar algo a cabo somos incapaces de pensar en escenarios y recursos que están a nuestro alcance, es probable que nos frustremos de antemano, pues la tarea nos resulta inabarcable. No se trata de la mediocridad o de conformarnos, sino de ser justos con nosotros mismos y ajustarnos a lo que somos capaces de lograr en un momento determinado.
Planificar proyectos
Que sean acordes a nuestras capacidades y fijar metas realistas. Aplica para equipos de trabajo también.
Analizar la situación
Todas las situaciones tienen algo para enseñarnos. Evaluar las fortalezas y las debilidades para prepararnos mejor. Reconocer que existen múltiples caminos para llegar al mismo resultado, incorporar el punto de vista de otro.
Gestionar las emociones
La frustración se expresa a través de emociones: enojo, irritación, desánimo, bloqueo. Ante un acontecimiento es importante aprender a identificar lo que estamos sintiendo, aceptar que es parte del proceso, pero no quedarnos con la emoción, sino procesarla.
Beneficios de tolerar la frustración
Prepara cualquier escenario
La frustración es un potencial resultado ante cualquier cosa que emprendamos. Eso no quiere decir que debamos desanimarnos, sino tener en cuenta que las dificultades son parte de todo. De este modo, evitamos el temor permanente del miedo al fracaso.
Orienta a buscar soluciones
Los que aprenden a desarrollar la tolerancia a la frustración no se quedan con el sabor amargo del resultado, sino que logran convertir ese malestar en resiliencia y tener un rol proactivo en la búsqueda de soluciones.
Ayuda a desarrollar la paciencia
Entender que hay ritmos y tiempos que no siempre se pueden manejar. Al reconocer que no se tiene el control sobre muchos aspectos, también se comprende que hay que saber esperar.
Mejor autoestima
Quienes aprenden a tolerar la frustración no son blanco de sus propias críticas., pueden diferenciar hasta qué punto son responsables de una situación y buscan la mejora en ello, pero no se culpabilizan por todo.
En este sentido, al separar la responsabilidad y la culpa, también cambia el tono emocional. Esto tiene un impacto en la autoestima, ya que alguien que se culpa por todo terminará por sentirse incapaz de llevar cualquier tarea adelante. Las estrategias de afrontamiento marcan la diferencia para volver a intentarlo.
Cómo ejercitar la tolerancia a la frustración
Gestión de emociones
En muchos casos, para aprender a identificar las emociones y gestionarlas se recomienda usar un diario para registrarlas y luego se las analiza en función de la situación. ¿Fue adecuado reaccionar así? ¿Podría haberlo hecho de otro modo?
Aprender a relajarse
Mantener o encontrar la calma en aquellos momentos que nos resultan difíciles. Por ejemplo, a través de ejercicios de respiración podemos despejar la mente para dar el paso siguiente.
Analizar nuestros pensamientos y conductas
Esta suele ser una técnica que se enseña durante la terapia cognitiva. Distinguir los pensamientos que se presentan ante una situación y el modo en que ellos afectan nuestro acto siguiente es la clave. El objetivo es construir pensamientos o escenarios alternativos para enfrentar las situaciones de otra manera.
La frustración va de la mano de la motivación; por eso es importante aprender a manejarla. Si las metas siempre son inalcanzables y las expectativas son poco realistas, es posible que nunca quedemos conformes.