Paula Valdez, Agustina Diez, Lis Schmidt, Victoria David y Martín Canal, estudiantes de Ingeniería Industrial de la Facultad de Ingeniería Química, fueron recibidos a inicios de este año en la HKA, mientras que Leonardo Avigliano y Juan Ignacio Suppo, de la Licenciatura en Administración de la Facultad de Ciencias Económicas, se encuentran en la institución desde el segundo semestre de 2021, junto a Martín Chinellato (Ing. Industrial FIQ) quien arribó a principios de ese año.
Desde el manejo del idioma, el cursado, la socialización, los horarios, las costumbres, las comidas y hasta el clima, todo es parte de una experiencia de movilidad tanto académica como cultural que describieron con detalle.
La decisión
Cuáles son las razones que los motivaron a postularse y cuándo tomaron la decisión son algunas de las preguntas que iniciaron las entrevistas. Paula señaló que desde antes de ingresar a la facultad ya tenía la idea de realizar un intercambio y, en sintonía, Agustina declaró “toda mi vida soñé con hacer una experiencia internacional. Siempre me llamó la atención vivir en otros países y conocer otras culturas, nuevas personas y ciudades. Una de las razones por las que decidí estudiar en la UNL fue la gran oferta internacional que tenía”.
“Alemania es uno de los países más avanzados en el mundo en ciencia y tecnología y su ingeniería industrial es de excelencia por su sistema académico, por el nivel de investigación y ciencia aplicada que disponen. Participar de ese ecosistema me daría una preparación muy sólida y la experiencia de profunda interrelación entre la universidad y el mundo del trabajo, enriquecería mi formación”, aportó Paula.
“Un intercambio te abre un abanico inigualable de oportunidades. En mi caso, me ayuda a independizarme, a salir de mi zona de confort y a conocer el mundo desde otro lugar. Es una ocasión para crecer como persona y aprender del resto. Estar lejos de casa te hace ver las cosas desde otra perspectiva y, también, te ayuda a valorar pequeños actos del día a día”, reflexionó Lis.
Para Juan Ignacio el motivo fue obtener aprendizajes técnicos, como también humanos y culturales: “Los conocimientos que se dictan en Alemania están ligados a las últimas tendencias tecnológicas predominantes en el mundo, generando un valor agregado importante a nuestras carreras. Por otra parte, el acercamiento a otras realidades genera un crecimiento profesional y personal, entendiendo que la aplicación de contenidos técnicos debe ir acompañada de la empatía que requiere una sociedad globalizada y en constante cambio”.
Adaptación al idioma y cursado
Durante febrero, los cinco estudiantes que iniciaron su movilidad este primer semestre llevaron a cabo un curso intensivo de alemán en una localidad llamada Horb. Tal como explicaron, allí se alojaron en casas de familia lo que resultó una oportunidad ideal para aprender sobre sus costumbres y adaptarse al idioma. Como complemento, una vez en Karlsruhe, cursaron alemán virtualmente durante dos semanas.
“En Argentina estudié mucho alemán y me permitió llegar con una muy buena base. Como vivo con alemanes tengo la ventaja de poder practicar diariamante. El idioma es difícil, pero de a poco y con ganas ¡se le puede agarrar la mano!”, afirmó Agustina. Por su parte, según Victoria “ser una estudiante internacional conlleva desafíos. En la Universidad, no solo existe la dificultad de las materias en sí, sino también del idioma. Creo que es muy importante prepararse. En estos meses puedo decir que mi alemán ha mejorado mucho y ya comprendo la mayoría de las palabras”.
En su segundo semestre de movilidad, Juan Ignacio está realizando seis materias y perfeccionando su alemán. “A mi parecer, el trato es distante entre los docentes y estudiantes, quienes no participan mucho en la clase. Una de las mayores diferencias con nuestro sistema son los exámenes y métodos de evaluación. Todas las materias tienen una única oportunidad de ser rendidas, solo al final de cada semestre, y las fechas se dan en un lapso de 3 semanas continuas. Otra característica es que los exámenes se realizan de manera escrita y su duración es de una hora y media”.
Asimismo, Leonardo contó que está realizando “una variedad amplia de materias, que van desde logística, recursos humanos y economía, hasta materias bien técnicas y programación lineal. La principal diferencia es la duración de los módulos de aprendizaje, que nunca pasan la hora y media, en comparación a los módulos de tres horas de FCE. Este cambio me pareció muy positivo”.
Vida en el campus
Paula, Agustina, Lis, Victoria y Martín, fueron recibidos a inicios de este año en la HKA por autoridades de la Oficina Internacional. “La bienvenida fue muy cálida, todas las personas con las que me he cruzado han sido siempre comprensibles. El personal de la Universidad es excelente”, resumió Lis al respecto.
“La ciudad está llena de estudiantes de un montón de países. Entre los jóvenes el intercambio cultural es muy lindo, me encontré con personas simpáticas y con ganas de hacer nuevos amigos. Con Vicky estamos viviendo en una casa con cuatro alemanes. Los departamentos estudiantiles son muchas veces como tu ‘familia’. Cada uno tiene su habitación y compartimos los espacios comunes”, detalló Agustina.
A su vez, Victoria puntualizó que el comedor universitario de la HKA, denominado "Mensa", es el punto de encuentro de muchos estudiantes y que “al caminar en el campus, se pueden escuchar diferentes idiomas”.
“La Universidad posee diferentes edificios que, aunque cada facultad esté referenciada con uno en particular, son compartidos entre todas las carreras y cursos. Las aulas cuentan con proyectores, pizarras digitales, sistema amplificador de sonido y capacidad para grupos numerosos. En general, se pueden encontrar personas muy amables que ayudan a la integración con el idioma y la cultura. Gracias a este intercambio se pueden explotar capacidades y habilidades que en la cotidianeidad y comodidad de lo conocido no se podrían explotar”, remarcó Juan Ignacio.
Cultura alemana: costumbres y sorpresas
Al momento de hablar de las costumbres alemanas, Victoria y Juan Ignacio coinciden en que debieron adaptarse, en particular, al horario de la cena que se da alrededor de las 18:00, más temprano que lo habitual en Argentina.
Por otro lado, “la preocupación por el medioambiente” les llamó la atención a Lis y Agustina. “Es increíble la cantidad de gente que no come carne o que incluso no viaja en avión para cuidar al planeta. Tanto jóvenes como adultos, todos buscan vivir de manera de afectar lo menos posible al medioambiente. Karlsruhe es una ciudad con muchas bicis, como Santa Fe”, dijo esta última.
Un factor de importancia es el clima. Leonardo expuso que no se esperaba que el invierno “fuese tan duro” y el impacto de tener pocas horas de luz solar. Los días soleados, cuentan, se aprovechan para estar al aire libre y hacer actividad física. “En el parque todos juegan volleyball, fútbol, frisbee, mientras nosotros los miramos tomándonos un mate y comiendo pretzels”, relató Victoria.
En el ámbito gastronómico, Lis se sorprendió con los platos tradicionales: “la panadería es excelente y las comidas típicas están entre mis favoritas”. Para Juan Ignacio un aspecto llamativo es “el silencio y el orden que hay en todas las calles de Karlsruhe, que cuenta con una red de tranvías o subtes que cubren todos los puntos de la ciudad y, además, su uso es gratuito para estudiantes en determinados días y horarios”.
Finalmente, derribando estereotipos, Paula opinó que “se tienen muchos falsos prejuicios de los alemanes. Son muy serviciales, fieles y buenos. La gente es organizada, me encanta la puntualidad, tener la posibilidad de planificar y prever. Esto se puede lograr ya que el transporte público es una maravilla”.