Armar un ranking siempre puede generar sorpresas. Por ejemplo, cuando se mencionan los países más ricos del mundo. A priori, cualquiera pensaría en Estados Unidos, China y Japón. Pero si la medición se hace por el PBI per cápita a precios constantes, los resultados son otros y la Argentina ocupa un buen lugar en comparación a la mayoría de sus vecinos.
Según la publicación Gobal Finance, “algunos países muy pequeños y muy ricos -como Luxemburgo, Suiza y Singapur- se benefician de tener sofisticados sectores financieros y regímenes fiscales que ayudan a atraer inversiones extranjeras y talento profesional”. “Otros, como Qatar, Brunei y los Emiratos Árabes Unidos, tienen grandes reservas de hidrocarburos u otros recursos naturales lucrativos. Los relucientes casinos y las hordas de turistas también son buenos para el negocio: a pesar de las pandémicas restricciones a los viajes internacionales, el paraíso asiático del juego, Macao, sigue siendo uno de los estados más prósperos del mundo”, subrayó.
Argentina ocupa el lugar 67º del ranking, solo superado en la región por Uruguay, tomando el tipo de cambio oficial.
“La pandemia del COVID-19 levantó el velo de estas disparidades de una manera que pocos podrían haber previsto. Aunque no cabe duda de que las naciones más ricas -a menudo más vulnerables al coronavirus debido a su población de mayor edad y a otros factores de riesgo- disponían de los recursos necesarios para atender mejor a los necesitados, no todos tenían el mismo acceso a ellos”, se aclaró.
“Y no sólo eso, la recesión económica afectó más a los trabajadores mal pagados que a los que tenían ocupaciones bien remuneradas. También surgió un nuevo tipo de desigualdad: algunas personas pudieron trabajar desde casa, otras perdieron su medio de vida y se encontraron sin apenas red de seguridad: quedaron al descubierto grandes agujeros en los sistemas de bienestar más célebres del mundo”.
Sin duda, “cuando se produce una crisis de tal magnitud sin precedentes, uno prefiere estar donde los servicios sociales y de bienestar puedan ofrecer cierto grado de asistencia y los hospitales tengan un acceso fiable a la electricidad”.
“En los 10 países más pobres del mundo, el poder adquisitivo medio per cápita es de unos 1.350 dólares, mientras que en los 10 más ricos se acerca a los 100.000 dólares, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI)”.
Sin embargo, “hay una razón más para desconfiar de aceptar tal prosperidad económica al pie de la letra. El FMI ha advertido en repetidas ocasiones que ciertas cifras deben tomarse con pinzas. Por ejemplo, muchas naciones de nuestra clasificación son paraísos fiscales, lo que significa que la riqueza generada originalmente en otros países acaba inflando su PIB debido a sofisticadas prácticas contables y legales”.
“Aunque el año pasado más de 130 países firmaron un acuerdo global para garantizar que las grandes empresas paguen un tipo impositivo mínimo del 15% (un acuerdo que ahora parece estar en peligro debido a la oposición de legisladores y políticos en muchos de ellos), los críticos han argumentado que dicho tipo es apenas superior al de naciones como Irlanda, Qatar y Macao”, aclaró.
En la actualidad, “se calcula que más del 15% de las jurisdicciones mundiales son paraísos fiscales y que cerca del 40% de los flujos mundiales de inversión extranjera directa son las llamadas transacciones fantasma, inversiones financieras que pasan por cascarones corporativos vacíos sin influencia real en la economía de un país y en el bienestar financiero de la población”. “Si a esto le añadimos la desigual distribución de los recursos, resulta fácil entender por qué incluso en países muy ricos viven personas muy pobres”, indicó la publicación.
El ranking indica que los 10 países más ricos son:
- 1º. Luxemburgo
- 2º. Singapur
- 3º. Irlanda
- 4º. Qatar
- 5º. Macao
- 6º. Suiza
- 7º. Emiratos Árabes
- 8º. Noruega
- 9º. Estados Unidos
- 10º. Brunei