Lo que vimos en tantas películas y libros de ficción se hará realidad: la NASA va a estrellar una nave espacial no tripulada contra un asteroide para desviar su trayectoria.
La misión de 330 millones de dólares es la culminación de más de cinco años de trabajo de un equipo de científicos en Estados Unidos, que busca defender a la Tierra de amenazas espaciales potenciales. Así, el día 26 de septiembre la nave DART tiene previsto chocar intencionalmente con el asteroide Dimorphos, ubicado a 11 millones de kilómetros de la Tierra, para poner a prueba una nueva tecnología que intenta proteger nuestro planeta de posibles colisiones de objetos espaciales.
Según informó la NASA, el impacto con el asteroide Dimorphos se producirá a las 19.14 hora local (20.14 hora argentina y 23.14 GMT) y no supone ninguna amenaza para la Tierra. Gracias a la medición con telescopios basados en tierra, DART proporcionará datos importantes para ayudar a prepararse mejor, por si alguna vez se descubre algún asteroide que pueda suponer un peligro de impacto.
“Estos objetos se precipitan por el espacio y, por supuesto, han marcado la Luna y, con el tiempo, también en la Tierra han tenido impactos importantes, han afectado a nuestra historia”, dijo Thomas Zurbuchen, administrador asociado de la NASA para la ciencia.
El viaje kamikaze de la nave de Prueba de Redireccionamiento del Asteroide Doble (DART, por sus siglas en inglés) es el primer paso en lo que los investigadores esperan que sea una tecnología que se use en el futuro para prevenir que un asteroide impacte en la Tierra. “Es algo verdaderamente histórico. Me emociona que estemos moviéndonos de algo que se veía como ficticio y estemos tomando un paso para hacerlo más real”, explicó Nancy Chabot, una de las principales investigadoras que trabajan en la nave DART.
El objetivo a largo plazo de la misión DART, construida y gestionada por el Laboratorio de Física Aplicada Johns Hopkins (APL) para la NASA, es desarrollar esta tecnología para localizar posibles amenazas y desviarlas antes de que constituyan un peligro inminente. Chabot contó cómo de pequeña creció apasionada por la ciencia ficción, como la película Armageddon, donde el personaje protagonizado por Bruce Willis forma parte de una misión para destruir un asteroide que se acerca a la Tierra.
La gran diferencia entre lo que planteó Hollywwod y la misión en la que se embarca Chabot y el grupo de científicos de la NASA es que la meta es “desviar, no destruir. No es explotar el asteroide en millones de pedazos, sino darle un pequeño empujón para desviarlo. Queremos saber qué le pasó a Dimorphos, pero lo más importante es que queremos entender lo que significa para aplicar potencialmente esta técnica en el futuro”, explicó la investigadora.
La idea es hacer una prueba para obtener datos y comprobar si es posible que una nave desvíe la trayectoria de un asteroide. Para hacerlo, la nave impactará contra Dimorphos, un pequeño asteroide de 160 metros de diámetro que gira en torno a uno más grande llamado Didymos y que forman lo que se conoce como un sistema de asteroide doble. Chocar contra este sistema y no contra una roca espacial solitaria hace que sea mucho más sencillo y rentable para los investigadores analizar el impacto de la colisión, comprobar que en efecto logró desviar su trayectoria y de qué manera.
“Podemos medirlo porque ya sabemos cuánto tarda Dermophus en dar la vuelta a Dynamos: 11 horas y 55 minutos”, lo que permite a los investigadores tomar las medidas de su trayectoria cada doce horas por medio de telescopios. La misión DART forma parte de la Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria de la NASA, fundada en el 2016 con el objetivo de detectar y estudiar los objetos cercanos a la tierra, categoría que engloba asteroides y cometas que orbitan el sol. La oficina ha identificado un 95% de todos los objetos cercanos que tienen más de un kilómetro de diámetro y alrededor de un 50% de aquellos que miden menos de 900 metros.
El impacto de un asteroide más reciente contra la Tierra fue registrado en el 2013 en Rusia, cuando un objeto de 20 metros de diámetro entró en la atmósfera de la Tierra. Explotó antes de tocar la superficie, generando una onda expansiva que dejó 1.500 heridos y dañó 7.200 edificios en seis ciudades distintas. La NASA aseguró que actualmente no tiene en su radar algún objeto que pueda representar una amenaza directa contra la Tierra por los próximos 100 años.